Mientras los coches eléctricos se reparten las ciudades como si fueran la nueva nobleza del asfalto, en el mundo de las dos ruedas todavía se huele a cuero, goma quemada y gasolina. Eso sí, poco a poco parece que va cambiando esta perspectiva, y lo hace desde el más puro silencio y con un ligero silbido que se acerca desde la lejanía. Lo hace mezclándose con el gruñido típico de un motor de combustión, dando paso a las motos mitad bestia y mitad máquina del futuro.
Hablar de motos híbridas hasta hace unos meses era como si se hablase de animales mitológicos. Nadie las había visto, pero todo el mundo tenían una opinión. Los más puristas las tachaban de herejía mecánica y los más verdes las veían como una tabla de salvación para seguir disfrutando sin destrozar el planeta. Pero lo que era ciencia ficción ya es carne de punto de venta.
No hay duda de que el mercado ha dado un giro interesante, pero también preocupante. Ni eléctrico ni gasolina, en la diversidad está el gusto. La mezcla se impone, Honda, Yamaha y alguna china se han tirado a la piscina sin saber si hay agua o no. No hablamos de prototipos, hablamos de motos con cuerpo, y ganas de guerra silenciosa.
La normativa europea ha empujado fuerte. Si no quieres quedarte fuera del mercado o te adaptas o te quedas en el camino. Las zonas de bajas emisiones de Barcelona o Madrid han hecho que más de uno mire su moto de toda la vida con pena y con miedo a la multa.

Nace una nueva raza de moteros
Hay un nuevo perfil motero que está emergiendo con fuerza y no lleva parche en el ojo y no huele a whisky barato. Es un rider sostenible, concienciado y sobre todo, que es un gran aficionado a la tecnología. No está dispuesto a renunciar al subidón de una buena aceleración en el carril izquierdo. Se pone el casco como si fuera un piloto de caza y entra a la ciudad como un ninja ecológico.
Muchos de estos nuevos moteros vienen del mundo urbano. Se han cansado de los atascos, del metro, del olor a sudor del transporte público y del coche eléctrico de alquiler que tiene que ponerlo a cargar dos días antes. La moto híbrida les ofrece lo mejor de los dos mundos: la libertad de la moto de siempre y la tranquilidad de no tener que justificar su presencia cada vez que pasa por un control de emisiones.
No solo son los urbanitas modernos, también hay viejos rockeros que han probado una moto así por curiosidad y se han quedado con ella. Cuando están bien hechas, estas motos no solo cumplen, también molan. El cambio de motor a eléctrico en ciertas situaciones es tan suave que parece cosa de brujería. Cuando necesitas potencia, ahí sigue el motor de combustión, dándote el empujón que necesitas.
Lo híbrido, en motos, no es solo eficiencia. Es una nueva forma de entender la movilidad. Es saber que puedes moverte por ciudad sin hacer ruido, contaminar y que puedes abrir gas siempre que quieras. Es como tener un lado oscuro que solo lo sacas cuando lo necesitas. Y eso, reconozcámoslo, tiene un punto muy canalla.

Las marcas se mojan
Honda fue la primera en ponerse seria con esto. Su PCX e:HEV, una mezcla de scooter urbanita y laboratorio sobre ruedas, marcó un antes y un después. No era la moto más bonita, pero si la más avanzada en su momento. A Honda no le tiembla el pulso cuando se trata de innovar y aquí metieron todo su arsenal en eficiencia y fiabilidad para una opción realista en tu día a día.
No fue hasta la llegada de la NX500 Hybrid Concept que la cosa se puso interesante. Una trail con dos corazones, eléctrico para la jungla urbana y gasolina para comerse las curvas en una nacional sin mucho remordimiento. Con un diseño sobrio y afilado, parece una moto seria, pero bajo el asiento esconde una dualidad que roza lo esquizofrénico.
Yamaha, no se iba a quedar de brazos cruzados. Su E-MT Hybrid es una MT-07 camuflada en un traje de Iron Man. Han cogido uno de sus modelos más macarras y le han temido un sistema híbrido que no solo funciona, sino que además te saca una ligera sonrisa. La transición es suave, pero el carácter se mantiene.
Los japoneses están apostando fuerte en I+D con un programa híbrido desde hace varios años. Sus prototipos más recientes ya conocen la IA, y deciden en tiempo real que motor usar. Ciencia ficción sobre ruedas y ojo, porque ya están empezando a hablarse de una Tracer híbrida.
Kawasaki, fiel a su rollo, no se quedó atrás. Su línea HEV Ninja llegó con promesas de emociones fuertes y diseño sacado de la consola. No se trata solo de ser ecológico, se trata de ser el centro de atención. La transición entre motores es salvaje. Puedes entrar en modo eléctrico en una zona peatonal y salir con un rugido salvaje. Los japoneses han sorprendido al anunciar que para el 2030 gran parte de su catálogo sería híbrido, algo que es raro, pero promete si consiguen que una ninja te de las mismas sensaciones que una 650 de siempre.

¿Cómo funcionan?
Una moto híbrida funciona como un coche híbrido, pero con más mala leche y menos espacio. Con dos motores, uno eléctrico y otro de combustión, dependiendo de cómo conduzcas y del modo que elijas, se activa uno u otro.
En ciudad, suele ir solo con el motor eléctrico. Menos ruido, menos emisiones y una suavidad que da miedo. En cuanto le pides más chicha o sales a carretera, el motor de gasolina sale y se nota ese tirón que solo una buena combustión puede dar. Algunas permiten usar los dos motores a la vez, como una especie de modo turbo que te lanza como si alguien te hubiese empujado por detrás.
El paso entre motores es clave. Si se nota mucho, la experiencia se va de viaje y en ese es algo que las motos eléctricas niponas lo han bordado. Hay momentos en los que no sabes qué motor está funcionando y eso es una buena ración de magia. La batería se recarga en marcha, con frenadas regenerativas o con el motor térmico.
El lado oscuro de las híbridas
No todo es de color de rosa. Las híbridas tienen su cara bien y no suele ser muy bonita. Su peso es bastante elevado al llevar dos sistemas de propulsión y eso se nota en curvas y en maniobras lentas. Algunos modelos se sienten como llevar una mochila llena de piedras.

Su precio también te echa para atrás. No son para nada baratas. Suelen costar un 30% más que su equivalente convencional. Ahorras en gasolina, cierto, pero si lo que buscas es una moto para los domingos, sinceramente no te compensará, la tendrás cogiendo polvo tontamente y no la aprovecharás.
Eso sí, tienen un serio problema de mantenimiento. No cualquier taller sabe meterle mano a una híbrida. Y los concesionarios oficiales, ya sabes como son, si no te piden un riñón, te piden el pulmón. Es cierto que esto irá mejorando, pero es una de las barreras más gordas que hay.
Para algunos moteros, una moto que arranca sin ruido no es una moto. Si no huele a gasolina, no es una moto y si no vibra en parado… ya sabes la respuesta. Es una lavadora con ruedas y es que es una gran parte del ritual. Las híbridas vienen a cambiar eso y no todos están preparados para el cambio, pero mientras tanto, tendremos que dejarles rodar.
Alejandro Delgado
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