Corazón japonés y físico italiano. Una combinación que, cuando se trata de motos, rara vez sale mal. De hecho, por lo general, el resultado es de primer nivel, como bien ejemplifica la Bimota SB-6R: una escultural carrocería italiana, dotada de un motor japonés y una técnica procedente de la competición, una moto bastante más radical de lo que aparenta a simple vista, aunque nada raro cuando se trata de monturas italianas.

Bimota suele dar pistas de las características de sus motos con la denominación. En este SB hace referencia a Suzuki Bimota, lo que quiere decir que estamos ante una motocicleta que tiene un motor Suzuki. El número, por su parte, hace referencia a una cosa u otra, según la moto. En este caso, es la sexta motocicleta de Bimota con motor Suzuki, que adornada con la letra R; quiere decir “racing”, deportividad radical.

De todas formas, todo esto tiene poca importancia a no ser que te gusten estos detalles, que quedan totalmente eclipsados cuando empiezas a curiosear. Por ejemplo, el motor es el mismo que da vida a la Suzuki GSX-R 1100 y rinde 156 CV a 10.000 revoluciones, una cifra más que buena allá por 1997 para mover un conjunto de 190 kilos. De hecho, si hacemos caso a la revista Top Moto, que en el número 168 publicó una prueba de la Bimota SB-6R, se trata de una caballería que podía lanzar a la moto más allá de los 270 km/h.

Por suerte, la SB-6R cuenta con un buen equipamiento técnico. El chasis, un doble viga casi monolítico, estaba completado con una horquilla Paioli y un amortiguador trasero Öhlins, así como por unos frenos Brembo de cuatro pistones. Roland Brown, periodista que firma la prueba publicada en la revista antes mencionada, decía que la dirección era supremamente neutra, al tiempo que la suspensión permitía una conducción algo más relajada y los frenos, además, tenían una potencia notable. Sin embargo, no era una moto radical en cuanto a suspensiones, pues permitía una circulación por vías públicas sin sufrir en exceso, básicamente, porque las suspensiones tenían una puesta a punto muy buena y equilibrada.

Eso, claro está, si la posición de conducción no te machaca antes. La Bimota SB-6R no era buena con su piloto, al que obligaba a ir con el trasero muy alto y con el manillar muy cerca –los codos quedan un poco retrasados–. Los estribos estaban muy arriba y para colmo, giraba muy, muy poco.

Sin embargo, quien se compraba una Bimota SB-6R –solo se hicieron unas 500 unidades– todo eso le importaba muy poco. Aquí, lo realmente a valorar son las prestaciones, el diseño y su manejabilidad. Si el asiento es duro y muy alto, pues habrá que aguantarse, es una motocicleta deportiva…

Las fotos proceden de una vieja subasta de Bonhams