El mundo de la moto es un universo paralelo donde la velocidad, el rugido del motor y la sensación de libertad son solo el principio. Entre tanta pasión por las dos ruedas, hay quienes deciden llevar esta afición mucho, muchísimo más allá de lo razonable. ¿Por qué conformarse con una moto normal cuando puedes tener la más pequeña del mundo? ¿O construir un monstruo de acero que necesite escaleras para subirse? ¿Y qué decir de aquellas creaciones que parecen salidas de un delirio psicodélico?
En este mundo hay locos para todo. Inventores, manitas, ingenieros caseros y artistas del exceso que no se conforman con las normas establecidas. Lo hacen desafiando la lógica, la estética y la física. Todo con tal de crear las motos más insólitas jamás vistas. No hablamos de marcas conocidas ni de ediciones limitadas de lujo. Aquí nos adentramos en el terreno de lo imposible.
El mundo biker tiene su propio sentido del humor y su culto al “porque puedo y quiero”, que es algo que a veces nos olvidamos y con estas máquinas se confirma que son la prueba de que es posible hacerlo. En cada rincón del planeta, alguien está soldando, pintando, cortando y experimentando para dejar su huella en el asfalto o al menos lo intentan con los videos virales.

El minimalismo llevado al extremo: la moto más pequeña del mundo
Cuando hablamos de motos pequeñas, la mayoría puede llegar a pensar en esas minimotos que emplean los niños e incluso los pilotos para entrenar. Pero hay quien ha llevado el concepto a un nivel absolutamente ridículo y sobre todo admirable. Fue el sueco Tom Wiberg el responsable de este Récord Guinness, como la moto más pequeña del planeta.
Su creación mide menos de 6,5 centímetros de alto y 12 centímetros de largo, lo que le ha convertido en una miniatura que cabe en la palma de la una mano. Imagina una moto más pequeña que una chocolatina. Lo más fascinante no es el diseño, es que funciona con un motor de combustión en miniatura, embrague, frenos, acelerador y ruedas giratorias, siendo capaz de lograr los 2 km/h con un adulto.
Wiberg, un ingeniero obsesionado con la micromecánica, empleó técnicas de precisión extrema, junto a piezas hechas a medida y herramientas de relojería para ensamblar cada componente. Con un peso inferior a un kilo, esta moto no sirve para nada práctico, pero el reto fue lo que le impulsó a crearla. Hoy su micro-moto es un icono en ferias de ingeniería, museos, y exposiciones de coleccionistas de miniaturas funcionales

La moto más grande del mundo: puro exceso sobre ruedas
En el extremo opuesto se encuentra la Monster Motorbike from Hell, una locura mecánica que redefine el concepto de moto mastodóntica. Creada por Greg Dunham, sus cifras hablan por sí solas, con 3,43 metros de alto, 6,67 de largo y un peso de 6.500 kg, apuesta por unos neumáticos de tractor agrícola y mide cada uno casi dos metros de alto. Para subirse a ella necesitas literalmente una escalera o bien una plataforma elevadora.
Este elemento, que es más bien un robot de combate que una moto, cuenta con dos motores Detroit Diesel 6V92, capaces de generar unos 700 CV de fuerza, qué dicho de otra manera, es como poner dos camiones en un chasis de moto. Con un presupuesto de 300.000 dólares y tres años de trabajo artesanal, creo este portento soldado a mano.
Se puede conducir técnicamente, aunque circula a una baja velocidad y solo sirve en exhibiciones. No esperes verla en autopista, pero sí en ferias de ingeniería extrema. Ahora la vemos entre California y Nevada, causando un gran asombro y si tienes problemas de aparcamiento, créeme, que serán los buses los que te cedan el paso.

La moto más rara del mundo: cuando la lógica sale de paseo
Entramos en un terreno de rareza pura con la mítica Roadog. Obra del visionario William “Wild Bill” Gelbke, este ingeniero aeronáutico, decidió reinventar la moto de turismo a su manera. Su criatura mide 5 metros de largo y pesa una tonelada y media. No se andaba con medias tintas, instaló un motor de coche Chevrolet 153ci de 4 cilindros, transmisión automática, freno hidráulico, luces de coche, suspensión adaptada y hasta marcha atrás.
Conducirla era toda una aventura. Para evitar volcar al pararse, desplegaba automáticamente dos grandes ruedas estabilizadoras a los lados con un sistema hidráulico, lo que permitía que incluso estando parada se quedase firme.
Wild Bill la usaba como un vehículo habitual y no era de extrañar que la viéramos en supermercados. Solo construyó dos motos, que ahora están en un museo. Su muerte en 1978 alimentó la leyenda de esta moto imposible, que llega a parecer un tráiler camuflado de moto.
3 estilos, una misma pasión
Detrás de todas estas excentricidades hay algo que une a los creadores: su pasión desbordante por las motos y la creatividad sin límites. Para algunos, la moto es un medio de transporte, para otros, un lienzo sobre el que plasmar los sueños, obsesiones y los delirios más disparatados.
Lo maravilloso de este mundo es que no hay reglas fijas. Si alguien quiere construir una moto que quepa en el bolsillo, lo hace. Si otro sueña con una moto gigante que desafíe la arquitectura, también lo intenta. Y si un ingeniero decide fusionar moto y camión en una misma criatura mecánica, el mundo lo aplaude.
Estas creaciones confirma lo mismo, que la búsqueda de la libertad, la originalidad y de romper moldes es la esencia biker. En un mundo cada vez más uniforme, los creadores de estas máquinas raras nos recuerdan que hay espacio para la imaginación, el riesgo y el buen humor.
Alejandro Delgado
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