Más allá de los pilotos oficiales, los privados han interpretado algunas de las páginas más novelescas en la historia del Mundial de Motociclismo. Marcados las más de las veces por unas condiciones extremadamente precarias, sólo su enorme afán por las carreras les hacía sobreponerse a las dificultades inherentes al ir por libre. De hecho, muchos de ellos eran verdaderos entusiastas, hombres en los que la pasión podía más que la lógica racional; algo que sabemos muy bien en España gracias a personajes como, por ejemplo, Carlos de San Antonio. Aquel que, junto a Fernando González de Nicolás, recorriese media Europa a bordo de una furgoneta siendo, muchas veces, él mismo su propio mecánico.
Dicho esto, lo cierto es que la historia de los pilotos privados es de lo más interesante. Es más, su ámbito cronológico abarca a toda la historia del motociclismo aunque, si hemos de escoger una horquilla temporal el menos en lo referido al Mundial, ésta bien podría ser la marcada por su inicio en 1955 y su final en 1982. No en vano, mientras en 1955 Hermann Müller se convertía en el primer corsario en ganar un Mundial -concretamente el de 250 a lomos de una NSU-, en 1982 el francés Jean Louis Tournade se alzaba como el último en lograrlo.
Además, de cara al panteón galo aquella victoria lo confirmó como el primer francés en lograr un título mundial de motociclismo. Sin duda, un año excepcional para este joven que, trabajando como cartero, empezó a competir con la única ayuda de su padre. En fin, una de esas biografías que, hoy en día, serían absolutamente impensables en un ámbito tan profesionalizado como es el de las carreras a nivel internacional. Pero vayamos por partes. Porque, si usted piensa que incluso el lejano 1982 ya era un año demasiado tardío como para poder lograr un Mundial sin estar en un equipo oficial… Está en lo cierto; la victoria de Jean Louis Tournade tuvo un momento tan atípico como esencial.
En la historia del Mundial los pilotos privados han interpretado algunas de las historias más trepidantes del mismo, siempre con una logística tan endeble como su pasión por la velocidad
Jean Louis Tournade, el último campeón por libre
Llegada la temporada de 1980, nuestro protagonista empezó a competir en varias cilindradas del Mundial cosechando ciertos éxitos cuando, al año siguiente, logró acabar séptimo en la clasificación general del cuarto de litro. Además, a partir de aquí fue corriente verlo entre los diez primeros de cada GP, confirmando que aquello no había sido un simple toque de buena suerte. Es más, siendo justos a Jean Louis Tournade bien le podrían haber ofrecido con total justicia un puesto en alguno de los equipos oficiales durante aquella temporada
Sin embargo, fueron pasando los meses y aquello no sucedía. Eso sí, gracias a su exposición mediática -sobre todo en un país donde ningún piloto nacional había logrado llegar a lo más alto del motociclismo- el flujo de patrocinadores ya le había permitido abandonar su profesión de cartero a fin de dedicarse íntegramente a las dos ruedas. De hecho, de cara a la temporada de 1982 todo pintaba bastante bien, llegando a cambiar su Bimota por una Yamaha TZ250 carreras-cliente.
Además, si algo caracterizaba a este francés era la constancia. Siempre alejado de los accidentes, las averías y los sobresaltos. De hecho, aunque no alcanzaba lo más alto del cajón tampoco registraba apenas abandonos. Una forma de hacer las cosas que, a la postre, le posibilitó ganar el Mundial de 250 en 1982 logrando, entre un total de seis carreras, cuatro segundos puestos, un tercero y una victoria. Sin duda, una extrema regularidad realmente meritoria.
Aquel GP de Francia en 1982 estuvo dominado por la polémica en torno a la seguridad. Algo que, también por aquellas fechas, también se estaba empezando a dar respecto a las 24 Horas de Montjuïc. De hecho, su última edición se celebró tan sólo cuatro años más tarde
Eso sí, revisando la evolución de la clasificación durante aquella temporada vemos cómo la posición de Jean Louis Tournade siempre fue mucho más endeble de lo que pudiera parecer. Es más, de no haber ganado en el GP de Francia la victoria hubiera sido matemáticamente imposible. Y sí, aquí viene el verdadero toque de suerte -o de riesgo, según se quiera ver- cuya sombra queda proyectada en toda esta historia. Pues, como recordará parte de la afición -quizás por los insultos a la dirección de la carrera proferidos por Ángel Nieto, el cual fue sancionado por ello- aquel GP disputado en el circuito de Nogaro estuvo marcado por la polémica. Polémica nacida a partir del debate sobre la seguridad del mismo, llegando a no tomar la salida los pilotos de los equipos oficiales en un acto de protesta frente a las condiciones del trazado. Incidente éste aprovechado por muchos de los corsarios privados para poder puntuar fácilmente sin la presencia de los rivales más potentes. En suma, de no haberse dado aquel incidente posiblemente Jean Louis Tournade no podría haber ganado y, por tanto, sumados los suficientes puntos como para hacerse con aquel Mundial. Ahora, ¿eso le quita valor a la hazaña de nuestro piloto protagonista? En absoluto. Eso sí, cuando fue fichado por Yamaha de forma oficial para la temporada de 1983 las victorias no regresaron. Pero aquello daba igual, él ya había logrado ser el primer francés en lograr -y último piloto privado- en ganar un título mundial. Y eso, eso es pura historia del motociclismo. Bien fait!
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS