Desde que a comienzos de los años sesenta las prestaciones de las motocicletas del Mundial crecieran de forma acelerada, el debate sobre la seguridad en los circuitos empezó a ser cada más evidente. De hecho, ya en la década siguiente resultaba imposible negar la divergencia creciente entre las velocidades alcanzadas y las anticuadas condiciones de no pocos circuitos. De esta manera, mientras algunos gestores primaban la espectacularidad, los pilotos advertían cada vez más sobre las muertes innecesarias. Aquellas que, de competir en trazados más aptos, no tendrían porqué haberse producido.
Llegados a este punto, muchos de los lugares históricos para el deporte motociclista empezaron a ser reformados o, en los casos más extremos, directamente eliminados del calendario. Algo que conocemos muy bien en España; donde las históricas 24 Horas de Montjuïc vivieron su última edición en 1986 debido a la imposibilidad de conciliar velocidad con seguridad. Un final precedido por no pocos abandonos y desplantes a cargo de referencias incuestionables para lo más granado del motociclismo. Aquellas que, por otra parte, también habían interpretado estas mismas reivindicaciones en el Mundial.
De hecho, repasando la historia del mismo encontramos un hecho referencial para esta historia en pos de la seguridad. Concretamente el acaecido durante las horas previas al GP de Francia durante la temporada de 1982. Uno de los mayores plantes nunca jamás realizados por la parrilla, en el cual fueron especialmente protagonistas los equipos oficiales y, entre los pilotos, un Ángel Nieto que incluso llegó a ser multado por la dirección de la carrera tras proferir palabras gruesas contra la misma. Y es que, a fin de cuentas, allí se estaba hablando sobre algo tan importante como la vida de quienes hacen posible este deporte.
La creciente disparidad entre la seguridad de los trazados y la cada vez mayor velocidad demostrada por las motocicletas ponía cada vez más en serio riesgo la vida de los pilotos desde los años sesenta
Nogaro 1982, una fecha clave para la evolución en materia de seguridad
Inaugurado en 1960, el Circuito de Nogaro llegó a ser una de las pistas referenciales para la competición en Francia. De esta manera, en su trazado no sólo se albergaron algunas citas automovilísticas con relevancia nacional, sino también numerosas ediciones del GP de Francia puntuable para el Mundial de Motociclismo. No obstante, en 1981 muchos de los pilotos participantes -especialmente en el medio litro- expresaron su profundo malestar por el estado del firme.
Bacheado y con restos de goma procedentes de las carreras de coches, éste no presentaba las mejores condiciones de seguridad posibles para la competición sobre dos ruedas. Con todo ello, la dirección del circuito se comprometió a renovar el asfalto de cara a la siguiente edición del GP de Francia. Promesa ésta que, finalmente, se confirmaba como incumplida cuando los equipos regresaron a Nogaro en 1982. Es más, durante los entrenamientos se produjeron numerosas caídas y, por ello, los equipos oficiales de 500 centímetros cúbicos decidieron plantarse en seco la tarde del viernes 7 de mayo.
Así las cosas, y aunque el ambiente ya se masticaba tenso, este conflicto parecía no permear al resto de cilindradas. Sin embargo, las contundentes protestas de Ángel Nieto y Ricardo Tormo animaron a repensar las cosas en 125, donde los equipos oficiales también abandonaban la parrilla de salida. Tras esto, tanto en 50 como en 350 el plante del resto de equipos de fábrica inflamó del todo la polémica, saltando así a las cabeceras de la prensa deportiva internacional.
Además del mal estado del asfalto, Ángel Nieto protestó vivamente contra las condiciones de alojamiento dadas a los equipos. No en vano, el zamorano tuvo que instalarse fuera del circuito en un lugar sin luz ni agua
Con todo ello, aquel GP de Francia fue la oportunidad perfecta para pilotos privados de todo tipo, animados por la ausencia de quienes, en circunstancias normales, copaban los primeros puestos de la clasificación con una facilidad incontestable. De hecho, dándose la coincidencia de que muchos de los pilotos más jóvenes -y por tanto con deseos de labrarse una carreras como fuera- eran franceses, especialmente en 250 y 350 las parrillas no quedaron del todo desangeladas. Es más, revisando la participación española vemos cómo ni Víctor Palomo -con su Suzuki de medio litro- ni Sito Pons -a lomos de su Kobas-Rotax de 250- secundaron la protesta en pos de la seguridad. Y es que, al fin y al cabo, lo que para otros era un riesgo inasumible para ellos bien podría ser leído como una ocasión excepcional. Algo perfectamente ilustrado por Jean Louis Tournade, quien gracias a su victoria la carrera del cuarto de litro, logró al final de la temporada sumar los puntos necesarios para lograr el título mundial. Por cierto, el último logrado por un piloto privado. En fin, azares y estrategias propias de la competición.
P.D. La segunda fotografía es del Mundial de 1982, sí, pero del GP del Reino Unido. Desgraciadamente, no nos ha sido posible encontrar una fotografía apta perteneciente al GP de Francia de aquel año. Para más medios con los que ilustrarles mejor la historia del motociclismo, recuerden que tenemos a su disposición un Patreon para donaciones y posibles prebendas. Además, ahora que se acerca el invierno el redactor firmante también agradecerá unos guantes de esos con los dedos a la vista. Realmente prácticos para cualquier juntaletras. Gracias, y que George Brough los bendiga.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS