Hubo scooters atrevidos, scooters deportivos… y luego estaba Italjet, que jugaba directamente en su propia liga. La Formula 50 es un ejemplo de esos scooter imposibles que solo podían salir de una marca italiana obsesionada con hacer las cosas a su manera. Por eso hoy está tan olvidada, pero también por eso es tan especial.
Lo primero que llamaba la atención era el diseño: parecía más un prototipo que un ciclomotor de producción. Carenados afilados, el colín elevado, el faro integrado como en una deportiva de circuito y esa postura de conducción inclinada que te obligaba a “meterte” dentro del scooter, no encima. Si lo comparas con lo que sacaban las grandes marcas a mediados de los 90, es como poner al lado un cohete y un electrodoméstico.
No llegaba a la radicalidad de la Dragster, pero tenía mucha personalidad, más que gran parte de los modelos que había disponibles en el segmento de los scooter “de 50” deportivos.
Técnicamente, Italjet tampoco se cortó. La Formula montaba un motor Minarelli horizontal de 50 cc, dos tiempos, el mismo bloque que Yamaha y MBK usaban en sus scooters más cañeros. Eso garantizaba fiabilidad y una respuesta viva, pero Italjet lo combinaba con un chasis más rígido y una geometría mucho más agresiva. El resultado era un comportamiento más cercano a una 50 deportiva que a un scooter urbano.
Se decía que rondaba los 6 o incluso los 7 CV, lo que supondría algún retoque en el motor, ya que en el resto de modelos que compartía mecánica, se rondaba los 5 CV. También puede ser cosa de la marca, que buscaba llamar la atención y destacar un poco entre todos los demás. De lo que sí podía presumir era de tener el motor montado sobre silectblocks, aunque, según dicen algunos, ofrecía particulares sensaciones de conducción.
No obstante, además de su imagen deportiva, el Italjet Formula 50 destacaba por la suspensión delantera. Denominada Rapid Actuating Anti-Dive –RAAD–, recurría a un esquema de basculante monobrazo y un amortiguador que, en teoría, evitaba que la moto se hundiera de delante al frenar, lo que ayudaba a proporcionar una frenada más estable-. Atrás, todo era más convencional, con un motor basculante aunque, como se ha dicho antes, montado sobre silentblocks.
En España apenas se vieron, y eso forma parte de su encanto. Aquí nos llegaban las Gilera Runner, Beta Ark, Peugeot Buxy, Piaggio Zip… y de repente alguien aparecía con una Formula y parecía que venía de otro planeta. Esa rareza la ha convertido hoy en una moto muy buscada por los que coleccionan scooters exóticos.
La Formula 50 no fue un superventas, pero dejó algo que muy pocos scooters de 50 pueden presumir: esa sensación de estar delante de un vehículo adelantado a su tiempo, diseñado desde la pasión pura, sin miedo a ser diferente. Sirva de ejemplo que el Museo Guggenhei de Nueva York escogió la Italjet Formula 50 L.C. para la exposición “The art of the motorcycle”.


Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS