Moto del día: Garelli Urka

Moto del día: Garelli Urka

Un tubone de lo más llamativo y peculiar


Tiempo de lectura: 3 min.

La Garelli Urka apareció a finales de los 80 en Italia, casi al final de aquella loca época de los tubone, motos que parecían Vespinos gordos, pero con motores “de marchas”. Pero, aunque la Urka forma parte de la categoría “tubone”, su diseño era claramente “espacial”, auténticamente ochentero y fue uno de los últimos desarrollos de la marca antes de que cesara la producción en 1990.

El segmento de los “tubone” tuvo una enorme popularidad en Italia. Fue un segmento que surgió de la necesidad de reducir costes y tenía como peculiaridad el uso del mismo chasis como depósito de combustible, lo que obligó a ensanchar el tubo del chasis para que ofreciera una buena capacidad. Eso llevó a denominarlos como “tubone”, aunque su categoría original era “college”, en clara referencia a los chavales que iban a clase con ellos.

Y, en el fondo, ese era el objetivo, los chavales que iban a clase con sus ciclomotores y, obviamente, no tenían presupuestos elevados. No obstante, con la Garelli Urka se quiso llamar la atención en exceso con un diseño, quizá, un poco recargado. La Urka es uno de esos inventos que solo podían nacer en los ochenta, cuando las marcas italianas todavía jugaban a experimentar sin pedir permiso. Garelli llevaba años tirando de éxito con las CR y las NOI, pero de repente decidió que el mercado necesitaba algo… distinto. Algo que pareciera una bici tuneada, una moto infantil y un utilitario urbano, todo mezclado en una coctelera sin tapa. Y salió la Urka.

Garelli Urka 50 2

Su diseño es un caos simpático, aunque algo rebuscado. Una carrocería de plástico cubría el característico chasis tubone y le daba, casi, un aspecto de moto trail, con una horquilla con fuelles, un carenado superior con “pico de pato” y faro cuadrado, manillar algo, asiento mínimo y ruedas con llantas de aleación de tres radios. Da la sensación de que la moto se montó a sí misma a última hora antes de entrar en fábrica. Y aun así, funciona. Funciona porque es ligera, simple y más viva de lo que esperas de un ciclomotor que se vendía como transporte básico para adolescentes.

Llevaba el clásico motor Minarelli horizontal de 49 cc, un hierro muy sufrido que podías maltratar sin miedo. No era rápida, su caja de cambios tenía solo tres relaciones y limiba las prestaciones –por normativa–, pero sí tenía esa chispa de los dos tiempos italianos, ese “te doy lo que tengo, pero no me pidas más”. La Urka te llevaba al instituto, al trabajo o al bar del pueblo… y siempre con la sensación de que estabas pilotando un experimento aprobado por los pelos.

Hoy la ves y te hace sonreír. Porque, sin pretenderlo, capturó una época. Esa mezcla de ingenio, caos y soluciones improvisadas que solo Italia ha sabido convertir en identidad. La Garelli Urka no fue una moto importante, ni famosa, ni especialmente buena. Pero es imposible no mirarla con muchísima curiosidad. Porque es rara, porque no la tuvimos en España y porque desprende un aire ochentero brutal.

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Sobre mí

Javi Martín

Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches, y ahora también las motos. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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