Moto del día: Gilera DNA 50

Moto del día: Gilera DNA 50

El concepto era interesante, pero no cuajó en el mercado


Tiempo de lectura: 3 min.

La Gilera DNA 50 fue un modelo claramente incomprendido o, quizá, adelantado a su tiempo. Es cierto que los italianos presentaron un concepto un poco extraño, una mezcla entre scooter y moto tradicional que prometía ser un punto intermedio de lo más interesante, pero al final, pocos entendieron lo que representaba.

A finales de los 90, los scooter estaban perdiendo esa imagen de vehículo simplón y económico y comenzaron a ganarse un hueco importante en el mercado, sobre todo en el segmento de los 50 centímetros cúbicos, gracias a que se podían conducir con 14 años y con el carnet B –entonces, las 125 centímetros cúbicos solo se podían conducir con el A1–. Eran uno de los pilares de ventas de muchas marcas y la evolución era constante.

Con un panorama así, parecía lógico probar cosas nuevas, ¿no? Cosas que abrieran el mercado y ampliaran las opciones para los usuarios. Cosas como un scooter que tuvieran aspiraciones de moto, tanto en aspecto como en posición de conducción y en algunos rasgos del comportamiento, pero sin dejar de ser un scooter. Así, la Gilera DNA –en español sería Gilera ADN, solo que los italianos lo pusieron en inglés– quería abrir un nuevo tipo de segmento.

Gilera DNA 50

Nació como un híbrido adelantado a su tiempo. Tenía el corazón de un scooter —motor de 49 centímetros cúbicos, dos tiempos, variador automático—, pero el cuerpo y la postura de una deportiva: depósito entre el asiento y el manillar –en realidad era falso–, colín alto y manillar bajo. Una moto que se arrancaba sin embrague y se pilotaba con el puño, como una R de bolsillo.

Su diseño rompía esquemas con su aspecto de moto, pero hubo cosas que enturbiaron la sensación final. El chasis perimetral de acero –con una enorme estructura para dar soporte al conjunto asiento y colín–, sí, pero seguía con el mismo concepto motor de un scooter: un propulsor basculante en lugar de anclar el motor al chasis. Este fue, quizá, el apartado que acabó con el posible éxito que habría tenido el modelo. Solo basca con ver lo que hizo Yamaha con el T-Max tiempo después: motor anclado al chasis y basculante libre.

No fue un éxito de ventas, pero sí de identidad. Quien tuvo un DNA no lo olvida: era distinto, se sentía distinto y te hacía sentir especial, incluso parado en un semáforo. Hoy cuesta no pensar que Gilera simplemente se adelantó veinte años, sobre todo porque los scooter han seguido su evolución y actualmente son modelos de características, tecnología y aceptación elevadas.

Ya no son esos vehículos simplones, son modelos incluso más caros y complejos que muchas motos de prestaciones similares. Es ahora cuando el Gilera DNA podría tener una nueva oportunidad, aunque eso sí, con sin motor basculante y, quizá, sin versión de 50 centímetros cúbicos…

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Sobre mí

Javi Martín

Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches, y ahora también las motos. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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