Tras el impacto creado por la popularización del automóvil con fábricas como SEAT o FASA, las otrora omnipresentes motocicletas turismo con 125 centímetros cúbicos habían pasado a representar un lucro incidental. Así las cosas, fueron muchas las marcas condenadas a la desaparición; tan sólo sobreviviendo aquellas que lograron enfocarse a tiempo hacia nichos de mercado como el ciclomotor o las motocicletas deportivas. Ámbito este último especialmente beneficioso si, como Montesa ya había intuido a finales de los años cincuenta, se dirigía la mayor parte de la producción a la exportación.
Concretamente a los Estados Unidos, donde las Off-Road europeas ganaban cada vez más cuota de ventas entre una juventud deseosa de adquirir monturas tan deportivas y aparentes como capaces de negociar con garantías cualquier tramo de tierra. De hecho, aquel fenómeno fue especialmente bien detectado por las marcas catalanas, produciéndose un gran viraje desde la carretera hacia los caminos por parte de Montesa, Bultaco y OSSA.
Dicho esto, lo mejor será centrarnos en todo lo referido a la casa de los Giró. No en vano, ésta ya había interpretado algunos escarceos en los caminos desde finales de los años cincuenta. Época en la que, sobre unidades preparadas de la 175, pilotos fieles a la casa habían logrado una cierta presencia en pruebas catalanas que, desde 1960 en adelante, incluso se abrieron al panorama internacional. Sin embargo, todo aquello es una nota al pie en relación con la producción seriada en la fábrica. Un divertimento, un capricho deportivo, sin correlación directa con lo aparecido en los concesionarios.
El fichaje de Eduard Giró en 1964 fue proverbial debido a la necesaria renovación que OSSA habría de enfrentar si deseaba seguir siendo competitiva; lo cual, sin duda, pasaba por exportar al mercado estadounidense
OSSA mira a los Estados Unidos, la llegada de la montaña
Como hemos dicho, la exportación a los Estados Unidos resultaba algo esencial si se quería desarrollar una rentable gama Off-Road. No obstante, la visión técnica en OSSA aún estaba lejos de ser creíble en este ámbito. Un verdadero problema pues, además, en Bultaco sí se estaban poniendo al día con una celeridad más que llamativa, ingresando de forma exitosa en el mercado estadounidense junto a las creaciones de Montesa.
Bajo este contexto, la incorporación de Eduard Giró en 1964 como jefe del departamento de prototipos no pudo ser más prometedora. Recién licenciado, su visión actualizada fue clave de cara a superar la época de las 160 diseñadas por Sandro Colombo. Sin duda excelentes pero, al mismo tiempo, poco adecuadas como base para el competitivo mercado de las Off-Road; cada vez más especializado y tendente a las cilindradas generosas. Es más, nada más llegar el joven miembro de la saga Giró actualizó a la 160 en su enfoque más deportivo a fin de crear la 175 Sport. Modelo del cual, a su vez, derivaría el grupo térmico de la 230 con 25 CV. A la postre, base de la primera gama Off-Road en OSSA.
Y es que, a pesar de su pasión por las máquinas de asfalto, al nuevo diseñador no se le pasaba por alto la necesidad de cuadrar las cuentas entrando cuanto antes al mercado anglosajón. Por ello, durante el Salón de Milán de 1965 se presentó el prototipo 230 Scrambler. Dotado con un aspecto de lo más llamativo -fue pionero en integrar en un mismo volumen el depósito con el sillín-, éste contaba, al fin, con unas verdaderas credenciales para la montaña. De hecho, se le puede considerar como el primer diseño de OSSA enfocado desde su nacimiento al mundo de los caminos.
Gracias al empuje dado por su primera gama Off-Road, OSSA iniciaba en 1966 su desembarco en el mercado estadounidense. Pocos años después estaba dedicando al mismo unas tres cuartas partes de su producción
Muy bien acogido por el público y la prensa, de éste se derivó la primera gama Off-Road en el fabricante catalán. Basada en el mismo motor monocilíndrico de dos tiempos con 230 centímetros cúbicos, ésta se componía de tres variaciones: la Stiletto -enfocada al Moto-Cross-, la Pioneer -creada para el Todo Terreno- y la Wildfire -destinada al Trial-. Todas ellas presentadas en 1966 junto al anuncio de una primera partida de exportación a los Estados Unidos con hasta 8.000 unidades. Eso sí, como resulta fácil imaginar las diferencias entre las tres adaptaciones no eran de anatomía sino de ropaje. Y es que, al fin y al cabo, para aquellos momentos aún no se habían especializado de manera clara todas y cada una de las ramas del motociclismo campero. Sin embargo, OSSA supo avanzar con paso firme en ese sentido, volcando esfuerzos tan notorios como la contratación del piloto Mick Andrews justo el mismo año en el que esta gama veía la luz. Es más, en 1968 ya estaba creando bastidores diferenciados para cada tipo de prueba, al tiempo que potenciaba los motores alcanzando la cilindrada del cuarto de litro. Una serie de mejoras que, a la postre, harían de la casa catalana una referencia tanto en el Enduro como el Motocross y, claro está, el Trial. Pero ésa es ya otra historia. Por ahora, vamos a quedarnos con el recuerdo de todo lo acontecido entre el fichaje de Eduard Giró y la salida al mercado de las tres versiones Off-Road derivadas de la 230. La primera gama de montaña en OSSA.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS