En 1947 Montesa estaba dando su primeros pasos entre una industria automotriz catalana que poco a poco iba recobrando el músculo exhibido en los tiempos previos a la Guerra Civil con marcas como la Hispano-Suiza. No obstante, centrándonos en el motociclismo no sólo podemos quedarnos en el extrarradio de Barcelona. Lejos de ello, también en Madrid e incluso Elche se estaban fundando pequeñas empresas independientes animadas por la fuerza de los motores Villiers. Además, en el País Vasco la tradición metalúrgica echaba sus ramificaciones hacia el mundo de las dos ruedas, fundándose justo en 1947 la empresa Lube por el ingeniero Luis Bejarano Morga.
Una buen prólogo a lo que significó la implantación de más industrias motociclistas en la zona, como la Lambretta Locomociones S.A presentada a comienzos de la década siguiente. No obstante, aunque Lube llegó a tener una excelente cuota de mercado en la depauperada España de la época, sus creaciones se quisieron instalar en un nivel superior al ocupado por los populares velocípedos de la época con menos de 100 centímetros cúbicos. Y, de hecho, lo consiguieron. Ya que incluso a día de hoy las Lube son recordadas en unión al término “ calidad “, logrando unos acabados poco vistos entre las gamas ofertadas en la época.
Algo que no salió de la nada, ya que su fundador había acumulado previamente tres décadas de experiencia en la industria británica trabajando para Douglas en Bristol. Así las cosas, tras su regreso a la Península Ibérica justo después de la Guerra Civil, decide fundar su propia marca basando el diseño de sus primeras motocicletas en el de la francesa Terrot MT-1. Una casa histórica para el motociclismo francés, habiendo cosechado hazañas como el triple campeonato – 250, 350 y 500 – de Francia en 1932. Además, seguramente también volcó en esta etapa empresarial lo aprendido en las numerosas carreras que había disputado durante los primeros años de la década de los cuarenta. En suma, el caso de Luis Bejarano y sus Lube fue el de otro piloto experimentado con la constancia suficiente como para saltar al mundo de la producción.
Hasta que firmó con NSU a comienzos de los cincuenta, Lube tuvo las manos libres en materia de diseño volcando ahí toda la experiencia acumulada por su fundador durante tres décadas en el Reino Unido
Lube A99, la primera creación reseñable
Con dos tubos de escape para un sólo cilindro la Lube A99 ya conseguía llamar la atención desde el primer vistazo. Y no era para menos, especialmente en las acabadas en negro con fileteados en crema, pudiendo recordar visualmente a algunas BMW del momento. Todo ello para proyectar una clara imagen de calidad, la cual se logró a través de multitud de pruebas, ensayos y errores. Y es que, al fin y al cabo, aunque las Lube alcanzaron cotas muy profesionales éstas partieron del empuje personal de Luis Bejarano en solitario al menos hasta 1952 y la firma del acuerdo de colaboración con la alemana NSU.
Respecto al diseño de la Lube A99, éste bebía directamente de la Terrot MT-1 en producción hasta comienzos de los cincuenta. Eso sí, las primeras series de la A99 no contaban con la horquilla telescópica delantera de la francesa, sino con un sistema de paralelogramos deformables. Hecho que se remedió pronto, especialmente para marcar diferencias con las primeras Montesa de octavo de litro aparecidas en el mercado en 1947.
En lo referido a la mecánica, la cilindrada de la Lube A99 se situaba en 99 centímetros cúbicos. Justo uno por debajo de lo marcado por el motor de la Terrot MT-1. El motor era de dos tiempos, el encendido por magneto y los frenos, claro está, de tambor. Además, como uno de sus principales banderines de enganche estaba el peso más que escueto, con unos 55 kilos. Dato muy a su favor, aunque desgraciadamente no lo podemos combinar con la potencia y el par motor ya que, sobre estos, no hemos logrado datos certeros. Cosas de estos modelos clásicos, no pocas veces herméticos en su historia.
Nacida en el mismo tiempo que Montesa, Lube forjó no sólo unos buenos índices de ventas sino también una merecida fama de calidad y buenos acabados
No obstante, cotejando con otros motores similares al de la Lube A99 podemos aventurar unos 9 CV o 10 CV. Más que suficientes para una montura que, por un centímetro cúbico, entraba en la categoría legal de los velocípedos en vez de pasar a motocicleta. Así las cosas, el beneficio resultab evidente, ya que de esta manera la Lube A99 se beneficiaba de una interesante rebaja fiscal frente a las Montesa de 125 centímetros cúbicos B46/49. Sus principales competidoras. Sin duda una buena idea de cara a incrementar la comercialización, haciendo de Lube una de las marcas más exitosas en el panorama motociclista ibérico de los años cincuenta.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS