Desgraciadamente, la OSSA TR 303 fue víctima de sus tiempos. No tanto por su diseño, sino por la compleja situación que ya arrastraba la marca desde mediados de los años setenta, asediada por las huelgas y los efectos de una deficiente red de distribuidores en su principal mercado, los Estados Unidos. Además, a todo esto se le debe de sumar la propia evolución económica en la España de los setenta y ochenta. Ya en marcha directa hacia su integración en la Unión Europea. Un horizonte sin duda esperanzador para las aspiraciones democráticas del país, aunque al mismo tiempo verdaderamente desafiante en lo referido al panorama industrial.
No en vano, entrar en la Unión Europea también era hacerlo en los grandes circuitos transnacionales. Es decir, los cupos de importación deberían relajarse progresivamente, asumiendo como normal la penetración de más y más motocicletas extranjeras en el mercado nacional. ¿Resultado? Carentes de las medidas proteccionistas, las marcas ibéricas no pudieron asumir la libre competencia frente a las japonesas, más aún en un contexto donde los precios de las materias primas se encarecían y la inestabilidad laboral se disparaba al alza.
De hecho, el caso de OSSA fue especialmente sangrante desde 1978. Año en el que decretó la suspensión de pagos aún viniendo de múltiples éxitos tanto en ventas como en carreras, dándose la paradoja de ser una empresa tan prestigiosa como inviable. Así las cosas, la familia Giró abandonó la dirección de OSSA traspasándola a los trabajadores, quienes pudieron continuar unos años más gracias a la concesión de un crédito estatal obtenido en 1979. A partir de aquí, la desesperación no actuó como una buena consejera, produciéndose una serie de nuevos modelos tan erráticos como variopintos. Modelos entre los que se encuentra la OSSA TR 303. Última serie en su notable e icónica familia de motocicletas Trail.
El levantamiento de las medidas proteccionistas en España coincidió con el auge de las marcas japonesas, creando una tormenta perfecta que ni OSSA ni Bultaco pudieron sortear
OSSA TR 303, cuando la calidad no es suficiente
El caso de OSSA se parece al de muchos pequeños comerciantes en lid con grandes superficies instaladas en las cercanías de sus barrios. Una situación en la que, por bien que se hagan las cosas, resulta extremadamente complejo salir adelante. Y es que, al fin y al cabo, en los negocios el tamaño, la logística y el modelo social sí importan. De esta manera, OSSA – y también Bultaco, con la cual se intentó asociar – no pudo superar el cambio de paradigma dado en el sector de la motocicleta durante los años setenta.
No obstante, lo curioso de todo esto es que ni sus ventas eran tan malas – Estados Unidos absorbía tres cuartas partes de la producción – ni sus modelos eran precisamente deficientes. Es más, en lo referido al mundo del Trial podían llegar a ser incluso sobresalientes. No en vano, hasta que firmase con Yamaha de cara a la temporada de 1973 el grandísimo Mick Andrews fue piloto oficial de OSSA en el Mundial de Trial, ganando tres títulos de forma consecutiva desde 1970 hasta 1972.
Así las cosas, en 1977 se lanzaba la primera OSSA TR actualizando todo lo aprendido con la icónica Mick Andrews Replica de 1972 evolucionada a lo largo de cuatro series. Ofrecida en dos cilindradas con el depósito pintado en verde, la OSSA TR 77 sobre bastidor de cuna doble apareció como una opción interesante en contraste con la desesperada situación financiera vivida por la fábrica.
Sin embargo, en lo que pareció un último intento de reflotarse al menos en lo referido a la competición, Andrews regresó a OSSA en 1978 aunque de manera no oficial, sino con el simple apoyo externo de la marca. De todos modos, la relación era tan fluida a pesar de no estar ya la familia Giró al frente que el británico colaboró con la puesta a punto de la TR 80. La famosa trialera pintada en amarillo – modelo 350 – , con una altura al suelo realmente excepcional a pesar de estar basada en las más pesadas monturas de Enduro. Todo un éxito que, dada la inercia de los tiempos, no salvó a OSSA de su cierre previsible.
Los últimos años de OSSA fueron una verdadera paradoja ya que, aún teniendo en gama algunos buenos modelos, la situación financiera de la empresa resultaba cada vez más y más insostenible
Llegados a este punto, el desarrollo de nuevos modelos cerró para finales de 1982 o comienzos de 1983. Un punto de no retorno donde los trabajadores organizados en cooperativa fueron sacando unidades a modo de restos de fábrica / cantos de cisne. Entre ellas las de la OSSA TR 303. Última evolución de la saga TR, fácilmente reconocible por su color rojo y su chasis rígido cortado por atrás. Además, en el apartado de motor se renovó la carburación para lograr una mayor banda de potencia, pudiendo sacar un mejor partido de su sempiterno monocilíndrico con dos tiempos. Según algunos registros, se lograron vender unas 700. 700 motocicletas que tienen la particularidad de ser parte del último capítulo escrito por la histórica OSSA.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS