Incluso a mediados de los años setenta la industria española de la motocicleta seguía profundamente aferrada al sempiterno esquema monocilíndrico con dos tiempos. Así las cosas, mientras en el resto de Europa empezaban a disfrutar de multicilíndricas -especialmente niponas- a precios relativamente accesibles, al sur de los Pirineos la afición local seguía constreñida a los límites marcados por un conjunto de fabricantes alimentados por las políticas proteccionistas del régimen franquista.
Aquellas mismas que, con pesados impuestos a la importación, hacían del todo impensable la comercialización masiva de motocicletas extranjeras en España. Dicho esto, adquirir una máquina con cilindrada superior a los 750 cc era del todo imposible más que para un grupo muy selecto, absolutamente minoritario, de la afición.
Sin embargo acceder a una tres y medio pluricilíndrica de importación -en el panorama local había opciones como la Ducati-Mototrans 350 Vento, pero con un sólo cilindro- podía ser más o menos factible si se contaba un bolsillo no tan desahogado como se pudiera pensar.
Debido a esto, la Moto Morini 350 logró abrirse un pequeño hueco en el mercado español a base de prestaciones, buen consumo y excelente fiabilidad. Todo ello, claro está, coronado con un carácter especialmente activo en curvas capaz de hacer las delicias de aquellos con veleidades deportivas.
Pero vayamos por partes. Para empezar, como sabemos los inicios de Moto Morini se encuentran allá por la década de los años treinta. Una época en la cual la casa italiana destacó, precisamente, por el excelente desempeño de sus motores con 350 cc y cuatro tiempos. Sin embargo, pasada la Segunda Guerra Mundial ésta tuvo que refugiarse en las cilindradas más populares a fin de pasar aquellos tiempos marcados por la escasez.
El mercado español del momento se encontraba muy protegido ante la importación, por lo que las multicilíndricas tan propias de los años setenta fueron aquí una verdadera rareza. No obstante, la Moto Morini 350 logró hacerse un hueco a pesar de los impuestos de aduana gracias a su excelente relación calidad/precio
Y sí, le fue bien. Tanto que incluso corrió el peligro de adormecerse y quedar restringida así al campo de cilindradas situado por debajo de los 175 cc. No obstante, afortunadamente Moto Morini reaccionó de cara a mediados de los setenta presentado un modelo con 350 cc en dos versiones: la Normal y la Sport. Llegados a este punto, mientras el primero quedaba en 35CV a 8.000 rpm el segundo subía hasta los 39CV a 8.500 gracias a intensificar el índice de compresión en el motor.
Por fortuna sin merma de la fiabilidad y dureza de la cual hacían gala las Moto Morini del momento. Con todo ello, la Moto Morini 350 Sport -lanzada en 1976- consolidaba a la marca de nuevo dentro del mundo de las tres y medio como una excelente puerta intermedia para quienes, bien por presupuesto o bien por falta de práctica, aún no se decidían a comprar una máquina de gran cilindrada. De aquellas seguramente una “Kawa” con más de medio litro.
De todos modos, a la Moto Morini 350 Sport no se la ha de ver como sustitutivo de nada; en absoluto. Lejos de ello fue una opción cargada de carácter. Es más, era la tres y medio más veloz de su momento, con un motor de dos cilindros en posición longitudinal capaz de entregar buenas dosis de potencia desde bajas vueltas; además, bastante caracterizado por su enorme alegría a la hora de subir de vueltas.
Todo un vendaval dominado a través de una caja de cambios con relaciones muy cerradas, marchas muy cortas -a excepción de una superior a modo de “overdrive” pensada para ir por autovía-, diseñada para pilotar de una manera entregada a través de carreteras con curvas.
Por cierto, justo aquellas en las cuales su bastidor se movía a las mil maravillas, sacando lo mejor de sí para ir por delante de máquinas más prestacionales aunque, a la postre, poco aptas para su manejo en sendas de montaña. En fin, la Moto Morini 350 Sport era una opción sensacional para quienes barajasen quedarse en su cilindrada y, por tanto, una motocicleta con seguidores fieles incluso en un mercado tan poco permeable al exterior como era el español de 1976.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS