Hubo un tiempo en que los ciclomotores deportivos eran el sueño de cualquier chaval. Y si había uno que marcó una época, ese fue la Aprilia SR 50 Replica. No solo por su estética agresiva, heredada directamente de las motos de Gran Premio de la marca, sino porque fue la primera scooter de aspiraciones realmente deportivas por parte de Aprilia y fue el modelo que inauguró el segmento de los scooter deportivos.
La firma italiana desarrolló el modelo con un claro objetivo: atraer a un público joven, que buscaba un vehículo ágil y potente dentro de la categoría de los ciclomotores. En España se podía conducir con 14 años y no había mucho más que tuviera una imagen, unas características y un claro enfoque deportivo como el que tenía la Aprilia SR 50 Replica. Su misma denominación era una declaración de intención, pues era el nombre de las “grandes” deportivas de la casa pero puesto al revés.
Se presentó en 1992, pero cuando llegó al mercado, en 1994, Aprilia venía de brillar en el Mundial con nombres como Biaggi o Capirossi. Y aquella energía de circuito se trasladó sin filtros a este pequeño ciclomotor. Carenados afilados, decoración de carreras, llantas de 13 pulgadas, freno de disco en ambos ejes y un motor Minarelli horizontal de 49 cc y dos tiempos, con refrigeración líquida en la versión más deseada: la Replica LC –por aire en las primeras versiones–.
Con unos 4 CV y apenas 90 kg de peso, el SR 50 Replica era pura agilidad. Su comportamiento era una sorpresa incluso para quien venía de una moto “de verdad”. No solo aceleraba con rabia, sino que frenaba y giraba como un scooter de otra categoría, y eso marcó un antes y un después en los 50 cc. Los neumáticos 130/60 13 en ambas ruedas ayudaban a ofrecer un buen tacto y sin el famoso tope, que todo el mundo quitaba –no había que pasar ITV–, podía rodar a casi 85 kilómetros/hora, aunque algunos dicen que los 90 kilómetros/hora era la velocidad máxima.
Su precio, en torno a 2.100 euros en Italia, lo situaba en lo alto del segmento, pero pocos se resistían a su encanto. Era un símbolo de estatus, una declaración de intenciones: quien tenía una SR, tenía algo más que un medio de transporte.
Hoy sigue siendo un icono. No por su velocidad, sino por lo que representaba: la primera generación que soñó con correr en cada semáforo y que entendió que, en un scooter, también se podía sentir el espíritu de una moto de carreras. La Aprirlia SR 50 Replica se fabricó hasta 1996, cuando llegó la segunda generación, la más famosa y deseada de la saga SR.


Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS