La moto de día de hoy nos traslada a los bellos diseños de posguerra, donde la forma prevalecía a la función y se integraban nuevas e innovadoras características avanzadas para la época. La Imme R100 fue una ligera moto fabricada por la compañía alemana Riedel AG desde 1948 que, en 1951, tuvo que decir adiós al mercado por problemas de fiabilidad. Eso, unido los bajos márgenes de ganancia por unidad producida, llevaron a Riedel AG a la bancarrota.
Fue le ingeniero aeronáutico Norbert Riedel quien propuso la idea de crear una motocicleta liviana, simple y económica que ayudase a movilizar al pueblo alemán tras la Segunda Guerra Mundial. La apuesta se centraba en una moto de pequeña cilindrada con propulsores de dos tiempos fáciles de mantener y, en verano de 1947, el primer prototipo ya había sido construido. Contaba con un chasis de tubos de acero de 40 milímetros, una horquilla delantera de un solo brazo, así como el basculante trasero que, además, servía de tubo de escape.
Se comenta que el diseño del motor era muy parecido al que se utilizaba para arrancar los reactores del Messerschmitt ME 262
El motor de aleación ligera, desarrollado por el propio Riedel, contaba con un cilindro que funcionaba a dos tiempos con una cilindrada de 99 centímetros cúbicos. Este propulsor era capaz de desarrollar 4,4 CV a 5.800 vueltas, una potencia que tan solo eran capaces de alcanzar la también germana DKW 125 RT y la italiana Vespa 125. Lo normal en la época eran 2,5 CV, algo menos de lo que rinde un ciclomotor hoy en día.
La transmisión de tres velocidades sin punto muerto (el embrague se mantenía accionado en la primera marcha mientras el motor estaba al ralentí) se montó junto al motor en el basculante. Con el motor y transmisión en posición casi horizontal, conformaron un conjunto muy compacto que, posteriormente, sería usado por Benelli y Motobi. El bloque propulsor pivotaba sujeto por un lado del chasis solidario con el basculante trasero, dando como resultado una cadena que siempre mantenía su tensión.
Las ruedas, con 2,5 pulgadas de grosor y 19 de diámetro, eran intercambiables entre sí, con solo tres tornillos para asegurarlas. Incluso podía montar una rueda de repuesto en el lateral. Para la suspensión, se confiaba en una horquilla delantera de un brazo y un sistema Girder con muelles integrados. En la zaga contaba con un muelle situado bajo el asiento, con un tope de goma para que éstas no hiciesen máximo de forma brusca. Los amortiguadores de fricción hacían lo que podían y ya eran algo obsoleto tras el conflicto bélico.
Se dice que el logotipo de la abeja sobre ruedas de la Imme R100 viene de la propia palabra dialectal “Imme” que, en alemán, significa “abeja”
Su ligero peso, unido a un motor relativamente potente y a una comodidad de ruta envidiable para las motos de la época, la hicieron popular dentro del mundo deportivo. Ello unido a un buen márquetin y a su precio ajustado, la condujo a un éxito de ventas. Inicialmente se vendía a un precio de 775 marcos alemanes sin batería, tacómetro, soporte central, asiento para pasajero o rueda de repuesto. El único color ofertado era el rojo.
En 1950 llegó la versión Export, ya con batería, claxon eléctrico, caballete central, cuentakilómetros, un asiento más confortable, algunos cromados, y más opciones en la gama cromática con la incorporación de los colores verde lima y negro brillante. Durante los tres años que estuvo en fabricación, salieron de la línea de producción unas 10.000 unidades de la Imme R100, llegando incluso a hacer 100 de ellas por semana.
Por desgracia, las deudas acumuladas por la empresa acabaron con la marca y con la moto en cuestión. En el presente, la Imme R100 es todo un objeto de coleccionista que demostró un avanzado diseño e innovadoras características para la época. De hecho, fue tan avanzada que, en 1998, fue mostrada en la exhibición “The Art of the Motorcycle” en el Museo Guggenheim de Nueva York (EE.UU.).
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.COMENTARIOS