En los países del sudeste asiático nueve de cada diez vehículos privados son motocicletas. De esta forma, la movilidad urbana se asemeja a un enjambre de modelos a dos ruedas atestados de cargas que parecen burlar el equilibrio y la gravedad. Y es que en Vietnam o Indonesia la función de carga que un pequeño negocio europeo delegaría en una furgoneta suele hacerse gracias a una scooter o motocicleta de pequeña cilindrada. Precisamente el caso de la Kawasaki AR80K. Un modelo de la empresa japonesa presente en todo el mundo, pero con un porcentaje arrolladoramente mayor en las zonas con más y mayores aglomeraciones urbanas de toda Asia.
Con este contexto, empresas como Kawasaki saben perfectamente qué hacer para convertir en éxito masivo a cualquiera de los modelos dirigidos a los países en desarrollo del contexto asiático. Lo primero es ofrecer un buen precio de venta, ya que la economía de estos lugares aún no ha consolidado lo que en Europa conoceríamos como clases medias. Asalariadas pero no proletarizadas, habiendo accedido ya al consumo y a la propiedad de viviendas o vehículos. Lo segundo es una enorme robustez en la mecánica, ya que estos clientes no van a valorar las prestaciones o el diseño, sino la practicidad y facilidad de arreglo en un día a día que se promete demoledor para estas monturas.
Las cuales, además, han de tener un cierto nivel de acabados para poder resistir la enorme humedad reinante en lugares donde los monzones se mezclan con el calor y una alta insolación. En suma, si hay algo que caracteriza a motocicletas como la Kawasaki AR80K es que están hechas para sufrir. Un carácter abnegado y voluntarioso que, sin embargo, no la impide pertenecer a la saga Ninja. Una de las más afamadas en la historia de la marca japonesa, habiendo empezado en 1984 para dar cabida a motocicletas deportivas siendo las más conocidas las de cuatro cilindros con hasta veinte modelos distintos.
Aunque no lo parece por la modestia de su motor monocilíndrico, este modelo pertenece a la saga Ninja como su más pequeña opción deportiva
Kawasaki AR80K, la hermana pequeña de las Ninja
Llegados a este punto hay una pregunta que resulta recurrente. ¿Cómo es posible que una motocicleta de la potente saga Ninja tenga algo que ver con el caos circulatorio de las ciudades de Vietnam o Indonesia? Y es que, al fin al cabo, estas motocicletas están hechas para el disfrute deportivo en carreteras con buen firme de países desarrollados como Japón. No obstante, la respuesta llega cuando observamos cómo dentro de esta saga también existen algunos exponentes con motores de dos cilindros y también, incluso llegado el caso de la Kawasaki AR80K, hasta sólo uno.
Todo empezó en los ochenta con la aparición de las bicilíndricas 500R y 250R. Las cuales marcaron una senda ideada para poder iniciarse en el pilotaje deportivo sin necesidad de recurrir a potencias propias de una cuatro cilindros con generosas facturas de por medio. Algo así cómo lo que en los automóviles estaba pasando esos mismos años con la popularización de los GTI. Algo comprensible desde el punto de vista de las ventas, pero que llegó hasta sus últimas consecuencias cuando en 1992 se presentó la Kawasaki AR80K.
Una modesta motocicleta con ciertas ínfulas deportivas, pero limitada en sus prestaciones por el motor dos tiempos de un único cilindro con 80 cm3 y seis velocidades para llegar a ofrecer una punta de 185 km/h. Marca en la que interviene su extraordinaria ligereza, la cual es al tiempo algo muy interesante para manejarse con rapidez por el caótico tráfico de Indonesia, Vietnam o Malasia. Tres de los principales mercados de este modelo, donde se vendía la variante refrigerada por líquido mientras la refrigerada por aire se reservó para Reino Unido y Japón.
En Japón o Reino Unido se vendió como una montura recreacional, pero fue en el sudeste asiático donde encontró sus mejores índices de ventas gracias a la practicidad que ofrece para la ciudad
De esta forma, gracias a la Kawasaki AR80K se nos presenta un buen ejemplo de cómo cada mercado asume un mismo producto de formas diferentes. Y es que, mientras para japoneses o británicos ésta era una moto recreativa rápida y ligera – de hecho en Japón hubo competiciones donde logró ciertos éxitos –, en el sudeste asiático fue una montura algo más vistosa y eficaz que los típicos scooter, pero al fin y al cabo dedicada al mismo fin: el día a día en la ciudad.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS