Moto del día: Puch Borrasca

Moto del día: Puch Borrasca

Nada más firmar su asociación con Puch, la asturiana Avello se implicó más en el segmento de los ciclomotores gracias al Borrasca.


Tiempo de lectura: 4 min.

Yendo a la amplia conexión establecida entre las marcas italianas y los fabricantes españoles, MV Agusta fue una de las primeras en introducirse por derecho propio en nuestro mercado. De hecho, lo hizo en 1948 gracias a la mediación de los hermanos Carando – pilotos de origen transalpino – y el taller barcelonés Alpha. Ademas, aquellos inicios se efectuaron de una manera muy realista. Siendo conscientes de las limitaciones impuestas por la posguerra en España y, por tanto, limitándose a jugar sobre seguro con una gama compuesta por motocicletas turismo de dos tiempos y 125 centímetros cúbicos.

Así las cosas, aquel enfoque fue tan acertado que las ventas crecieron exponencialmente. Tanto así que, sorprendida por la alta demanda, Alpha no pudo asumir semejante ritmo de producción industrial. Debido a ello, en 1951 las MV Agusta fabricadas en la Península Ibérica pasaron a ser ensambladas por la gijonense Avello. Poseedora de una evidente capacidad logística gracias a su pasado metalúrgico con todo tipo de maquinaria pesada.

Llegados a este punto, para finales de los años cincuenta las MV Agusta producidas por Avello iban conformando una gama cada vez más amplia. Es más, éstas lograban una identidad muy marcada gracias a ser de las pocas con motores de cuatro tiempos en aquella España dominada por los monocilíndricos de dos. Especialmente prolíficos en el caso de todas las marcas que usaban a la barcelonesa Hispano-Villiers como proveedora mecánica. Con todo ello, de la fábrica de Avello salieron la 150 Sella y la Deva 235. Dos muestras del segmento de las Sport-Turismo propulsadas por mecánicas de cuatro tiempos con licencia MV Agusta.

En la España de los sesenta la aparición de las MV Agusta fabricadas por Avello fue de lo más curioso, siendo de las pocas motocicletas de cuatro tiempos presentes en el mercado local

Puch Borrasca, se redobla la apuesta por los ciclomotores

Tras la popularización del automóvil a comienzos de los sesenta las motocicletas turismo estaban cada vez más contra las cuerdas. Y es que, al fin y al cabo, tan sólo por un poco más del precio de una de aquellas máquinas se podía adquirir – financiado por el propio concesionario – un SEAT 600. Así las cosas, el mundo de las dos ruedas se refugio en dos nichos de mercado: el de la deportividad – donde jugó un papel muy importante el Off-Road – y el de los ciclomotores.

Aliados de las clases populares en su movilidad diaria, estos quedaron limitados a 50 centímetros cúbicos mediante la nueva ley dictada en 1961. Debido a ello, incluso marcas como Sanglas – tradicionalmente unida a las cilindradas más generosas – se lanzaron a por las ganancias relativas a la movilidad urbana. Llegados a este punto, quizás la marca que mejor entendió aquel proceso fue Derbi con su popular Antorcha. Un modelo bajo cuya amplia sombra tuvieron que hacerse un hueco en el mercado otros menos conocidos como el MV Agusta Piles.

Fabricado por Avello bajo licencia italiana, éste se montaba en torno a un bastidor monotubo en el cual colgaba el monocilíndrico con dos tiempos y 49 centímetros cúbicos que lo propulsaba. Para cumplir con la ley, al mismo se acoplaban los pedales propios de todo ciclomotor de la época. No obstante, según la italiana MV Agusta iba escorándose hacia las monturas prestacionales con varios cilindros y cuatro tiempos, Avello necesitaba cada vez más de un socio tecnológico creíble y adecuado de cara a cubrir las gamas populares en España.

puch borrasca (2)

Desarrollada durante casi dos décadas a través de múltiples adaptaciones, su estrategia comercial siguió los pasos marcados por Derbi con su Antorcha. Es decir, presentar casi todos los años alguna novedad – aunque fuera simplemente estética – con tal de seguir en el candelero

De esta manera, en marzo de 1970 la empresa gijonense se olvidaba de MV Agusta para firmar así con la austriaca Puch. Y sí, aquello fue todo un acierto. No en vano, ésta contaba con excelentes motores de baja cilindrada además de una evidente experiencia en el Off-Road. Dos cualidades perfectas para desarrollar éxitos de ventas según las coordenadas marcadas por la demanda española de la época. Así las cosas, en 1971 se presentaba el Puch Borrasca. Un ciclomotor versátil realizado sobre el bastidor del antiguo Piles – el cual sobrevivió en catálogo hasta 1972 – aunque dotado de un nuevo motor firmado por Puch. Por cierto, con tres velocidades al puño y 2,9 CV. Una cifra respetable para un ciclomotor de la época pues, recordemos, el Derbi Variant lanzado más de una década después daba 3 CV. A partir de aquí – y tal como hacía Derbi con las numerosas variaciones realizadas sobre la base del Antorcha – Avello presentó diversas preparaciones del Puch Borrasca. De hecho, hubo una con cuatro velocidades al puño – Borrasca Súper – al tiempo que se presentó una campera llamada Borrasca Plus Terral e incluso una con tres velocidades al pie denominada Borrasca Coronado. Todo ello para alargar la presencia en catálogo de este ciclomotor hasta bien entrados los años ochenta. Tan efectivo y como eclipsado por el enorme éxito del Puch Minicross presentado en 1972.

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Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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Botxo
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Botxo

Yo disfrute la Borrasca II, de 1977 en papeles (papeles rellenos oficialmente a mano con pluma). Una moto de quinta mano, modificada y cambiada alli por donde mirase: Llevaba partes del motor de una Condor de 74, un amal de 18, un metrakit, manetas de Bultaco, el faro de una Suzuki…. se ponia a mas de 110km/h. Tenia el escudo de Puch a relieve en el tapon, y como 4 manos de pintura diferentes, una sobre otra. Tenia un portabultos trasero que se abria, como una parrilla que se alargaba, encajabas el bulto y despues unos muelles lo aprisionaban. Con… Leer más »


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