Si hay una forma de probar la fiabilidad de una motocicleta, ésta bien puede ser hacerla rodar sin descanso durante horas y horas. Algo que, por ejemplo, hizo Mymsa al probar la A-1. Su primer modelo, lanzado a producción tras haber sido puesto a prueba durante toda una semana circulando sin pausas por un improvisado circuito urbano en el barrio barcelonés de Pedralbes. No obstante, también han existido casos donde la la prueba de fiabilidad no ha sido producto de ninguna marca, sino el resultado colateral de alguna iniciativa bien cargada de espíritu aventurero. En este sentido, sin duda el de la Vespa con matrícula de Albacete que dio la vuelta al mundo en 1962 es una de ellas. Pero vayamos paso a paso.
Para empezar, la Vespa no era precisamente una desconocida en España por aquellas fechas. No en vano, desde comienzos de los años cincuenta Moto Vespa S.A las fabricaba en Madrid bajo licencia de la italiana Piaggio con el pleno apoyo del gobierno. Es más, entre los primeros societarios de la empresa estuvo el propio Instituto Nacional de Empresa, beneficiando así la popularización en nuestro país de estos scooter ya exitosos en Italia. Además, la buena calidad de las Vespa españolas fue alabada por la propia central italiana, asombrada ante los excelentes acabados realizados en la fábrica del popular barrio de San Blas.
Así las cosas, cuando los jóvenes Santiago Guillén y Antonio Veciana tuvieron que escoger una montura fiable con la cual lanzarse a la aventura, no dudaron en hacerlo con una de aquellas Vespa madrileñas. Todo ello, además, bendecido por la gran simpatía que ya en aquella época despertaba el popular scooter en el imaginario colectivo. De igual manera, resulta interesante comprobar cómo durante aquel mismo 1962 se produjo la llamada Operación Impala. Con tres de aquellas Montesa cruzando África de sur a norte para acabar finalmente en Barcelona, confirmando la extrema fiabilidad del modelo que la marca dirigida por Pere Permanyer iba a lanzar de forma inminente. En fin, un año más que interesante para los viajeros en moto con acento hispano.
Fabricadas desde comienzos de los cincuenta también en Madrid, las Vespa entraron al imaginario colectivo gracias a su simpática imagen unida a una enorme fiabilidad
79 días en Vespa, una aventura digna de un libro
Inmersos en su idea, los albaceteños Guillén y Veciana buscaron financiación pública y privada de cara a sufragar los gastos de semejante aventura. Y es que, movidos por la idea planteada en La Vuelta al Mundo en 80 Días, éstos decidieron hacer lo mismo pero en 79. Para ello, planificaron un recorrido con casi 40.000 kilómetros atravesando países tan variopintos como Italia, Irán, Afganistán, India, Japón, Estados Unidos o Reino Unido.
Además, gracias al apoyo de la aeronáutica británica BOAC pudieron cumplir de forma efectiva con diversas escalas, necesarias a fin de sobrevolar zonas marítimas y océanos. No obstante, sin duda tuvo que ser realmente peculiar observar la reacción de los automovilistas estadounidenses al ver a estos dos jóvenes cruzar el país por la Interestatal 80. Y claro, incluso bastante más el imaginar las caras de los afganos. País donde, de hecho, tuvieron el problema mecánico más reseñable debido a una rotura puntual en el amortiguador trasero.
Prueba de la fiabilidad de la Vespa, la cual aguantó todo el viaje sin mayores averías que aquella, aún cargando con los casi 350 kilos representados por los albaceteños y el equipaje. Es más, consciente de la importancia de aquel viaje y la magnífica imagen de marca desprendida por la sufrida y fiable Vespa, Piaggio custodia hoy en día esta moto en su museo de Pontedera como una de sus piezas más preciadas.
Hoy en día se conserva en el Museo de Piaggio como una de las Vespa más valiosas en la colección de este museo al cual acuden miles de visitantes atraídos por la historia del emblemático scooter
Asimismo, uno de los valores añadidos de esta unidad es el de estar decorada y firmada por el propio Salvador Dalí, quien se ofreció a ello en el marco de la publicidad dada al viaje emprendido por aquellos dos jóvenes entusiastas. Por cierto, al igual que lo ocurrido con la Operación Impala, este periplo también contó con un libro escrito por sus protagonistas. Y es que, como bien anunciaba el nombre de aquella Vespa, lo de este viaje fue realmente quijotesco. No en vano, antes de emprender la salida la bautizaron como Dulcinea.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.Vespa es lo mejor tengo una con 34años