Celebrándose desde 1907, el Tourist Trophy posiblemente sea la competición motociclista con más solera y carácter del panorama internacional. No obstante, eso no es óbice para que también se actualice según la tecnología eléctrica va empapando cada vez más áreas del sector de las dos ruedas. Por ello, el pasado 2020 se suspendieron las carreras con motos eléctricas en el marco del TT para, en palabras de la organización, “permitir que la industria se ponga en al día respecto a los desarrollos de vanguardia en materia eléctrica”. De esta forma, el próximo 28 de mayo arrancará la edición de este año con la presencia renovada de monturas eléctricas como la Victory RR.
Una de las primeras eléctricas en destacar dentro de la Isla de Man, estrenándose el pasado 2016 con un piloto de clara tradición deportiva en su familia. William Dunlop. Sobrino de Joey Dunlop con sus 26 victorias en el TT. Una auténtica leyenda que encontró la muerte en una carrera de exhibición después ocho años retirado de la primera línea de la competición, lo cual provocó el único día de paz nacional en Irlanda celebrado de forma conjunta por católicos y protestantes a lo largo de décadas. Enmarañados desde hace más de un siglo en una cruenta lucha territorial donde, a excepción de la admiración por este piloto, se pueden contar muy pocos referentes en común.
Eso sí, lejos de querer emular las victorias de su tío, William Dunlop fue muy consciente de cuál era su labor manejando la Victory RR: contribuir al desarrollo de la tecnología eléctrica en esta empresa norteamericana para, cuando sea posible y preciso, asaltar los primeros puestos de las categorías electrificadas. Algo que, nos guste o no, va a pasar por la pura e imparable inercia de los tiempos y la tecnología. Además, esta fórmula de trabajo resulta realmente inesperada viniendo de un fabricante donde más que punteras y afinadas motocicletas de competición han abundado las customizaciones en un estilo, digamos, alejado de lo que podrían hacer ciertos históricos fabricantes italianos.
En el 2009 el TT de la Isla de Man vivió su primera experiencia con la electrificación, gracias a la cual se empezó a transitar poco a poco hacia lo que será un nuevo capítulo en la historia de las carreras
Victory RR, la electrificación llega al TT
Echando una ojeada a los archivos del TT, podemos constatar que la primera vez en la que se inscribieron monturas eléctricas para correr en el mismo fue el pasado 2009. Un hecho a priori anecdótico, pero que al fin y al cabo marcó el pistoletazo de salida para una tecnología llamada a inundar las calles pero también los circuitos. Eso sí, en una carrera donde el trazado abarca más de sesenta kilómetros la cuestión de la autonomía se vuelve un problema de primer orden al hablar de motocicletas eléctricas.
Bendecidas por la entrega inmediata de la potencia tan propia de los ingenios eléctricos, pero lastradas por la falta de autonomía de las baterías. En este sentido, Victory acudió al TT del 2015 con un sistema que les aseguró entrar en puestos más que decentes. Bien, primer paso dado. Pero aún quedaba mucho por hacer, por lo que para el 2016 se presentaron con la Victory RR y su paquete de baterías no sólo más grande, sino también con mayor capacidad de concentración de energía en sus baterías.
A pesar de sus orígenes unidos al mundo de las custom, Victory apostó con fuerza por las monturas eléctricas para competición con esta creación del 2016
Respecto al chasis, esto determinó cambios en la Victory RR en comparación con sus antecesoras. Así las cosas, se desechó la doble viga de aluminio por un chasis trellis – como la penúltima Ducati Monster – . Muy robusto, pero también ligero. La combinación necesaria para albergar las baterías y el motor Parker GVM con 170 CV y 240 Nm. Todo ello con un peso de 240 kilos. Obviamente éste sólo fue un paso más en la electrificación y su aplicación a las carreras, pero sin duda marcó uno de los hitos de este proceso en el TT. Veremos qué ocurre en la edición de este año.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS