Presentada al mercado en 1948 bajo el lema “la motocicleta de producción más rápida en todo el mundo”, la Vincent Black Shadow es sin duda alguna uno de los modelos más seductores e icónicos en toda la historia de la industria británica. Asimismo, sus altos niveles de calidad y acabado hicieron de ella una apuesta que, aun estando durante años en el mercado, apenas rindió el margen de ganancia supuesto en un producto semejante.
Es más, por cosas así -llenas de excelencia mecánica al tiempo que poca rentabilidad financiera- Vincent acabó cerrando sus puertas en 1955. A la sazón, también el fin para este modelo que, en lo referido al motor, equipaba un V2 capaz de rendir 55 CV a 5.700 rpm con una entrega de potencia contundente y progresiva. Asimismo, en la Black Lightning tuvo una versión aún más prestacional y ligera, llegando a contar con experimentos sobrealimentados dignos de mención.
Dicho esto, a mediados de los años cincuenta Vincent no sólo veía aparecer en el horizonte unas ventas preocupantes sino también el propio estancamiento de su modelo estrella. Llegados a este punto, en 1954 presentó la versión Black Prince para, en palabras de la propia dirección de la empresa, ofrecer “un Bentley de dos ruedas”.
Y sí, no era para menos pues, no en vano, esta versión carenada entregaba altas dosis de confort y practicidad sobre la base de la prestacional Black Shadow. Dotada de nuevos carburadores para un mejor arranque, en lo mecánico todo lo demás quedaba prácticamente igual siendo los paneles en fibra de vidrio el principal elemento diferenciador. Todo ello con la visión de posibilitar el uso de esta máquina realmente potente sin necesidad de portar por ello un traje especial, sino simplemente el de la oficina.
No obstante, ya que el manejo de la fibra de vidrio estaba de aquellas prácticamente en ascuas -el automovilismo apenas lo estaba empezando a utilizar en diseños como el del Kaiser Darrin o el Corvette C1- su terminación no estuvo a la altura de la calidad prevista para Vincent. Es más, muchas de las en torno a 200 unidades de la Black Prince sufrieron importantes retrasos en la entrega debido a la demora de la empresa en la cual se había externalizando la fabricación de los paneles. Desgraciadamente, a los pocos meses de aquello Vincent acabó cerrando definitivamente.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS