Desde que realizase su primer diseño motriz en 1909, John Wooler fue uno de los mayores inconformistas del motociclismo británico. Tanto así que experimentó con todo tipo de motores intentando salir siempre de la tendencia dominante en el momento. Un carácter excéntrico pero también revulsivo y rompedor, el cual le permitió hacer varias de las motocicletas más interesantes en la historia del Reino Unido. Entre ellas se encuentra la Wooler Model B de 1914 como la referencia previa a la Segunda Guerra Mundial, siendo la Wooler Flat Four de 1948 la que continuó la estela llegando a ser líder de la marca después de la contienda.
De hecho, en realidad el diseño más referencial posterior a 1945 es la variante de 1955. El significativo canto de cisne de Wooler, siendo su diseño más refinado y también el último en vida del fundador. Una muerte que la compañía no pudo superar, cerrando sus puertas a los pocos meses de producción de la Flat Four. Condición por la cual hoy en día este modelo es una verdadera pieza de coleccionista, aunque en su caso no influye tanto la escasez como la gran cantidad de novedades técnicas aportadas.
Sin duda uno de los listados más sorprendentes de la época, haciendo del diseño de la Wooler Flat Four uno de los más inteligentes y avanzados en lo que a motociclismo británico se refiere. Para empezar, su mecánica se basa en un motor plano de cuatro cilindros con 500 cm3. Característica que venía siendo habitual en Wooler, la cual usaba motores planos desde sus comienzos aún siendo una verdadera rareza en el mundo de las motos. No obstante, el principal aporte de la Wooler Flat Four no residía en su rendimiento o mecánica sino en su montaje.
Siempre movido por llevar a cabo diseños inteligentes y poco convencionales, John Wooler tuvo como bandera los motores planos desde sus primeros diseños en 1909
Wooler Flat Four, la motocicleta más agradecida para un mecánico de la época
Una de las mayores preocupaciones de cualquier fabricante en serie es que cada uno de sus vehículos sea fácil de montar en cadena. De lo contrario, la producción debería volverse prácticamente artesanal. Encareciendo los costes pero también ralentizando peligrosamente los ritmos de entrega. Sin embargo, ésta no debería haber sido preocupación ninguna para Wooler, ya que sus series nunca llegaban a ser demasiado altas, priorizando la calidad y los diseños diferenciados por encima de las cifras de venta.
Entonces, ¿cómo se explica que la principal cualidad de la Wooler Flat Four sea su facilidad de montaje y desmontaje? Pues por el gusto de John Wooler a la hora de hacer lo que nadie se atrevía a hacer. De esta forma, la Flat Four cuenta con una estructura tan sencilla y bien pensada que en tan sólo 12 minutos según las revistas de la época cualquier mecánico aficionado podía montar el motor y la transmisión en el chasis. Y es cierto. Porque revisando diversos vídeos se aprecia fácilmente cómo los colectores de escape encajan con suma facilidad al bloque motor, pudiendo conectar con la misma facilidad el resto de cables y conductos necesarios.
Además, todo lo que ha de ser montado o desmontado en la Wooler Flat Four se puede manipular con tan sólo dos llaves alojadas en un pequeño compartimento. De esta forma, tanto por encaje de las piezas como por sencillez de manipulación esta motocicleta posiblemente sea una de las más sencillas de manipular en toda la historia del motociclismo. Algo de lo cual también se impregnaba el montaje de las ruedas, siendo particularmente fácil extraerlas e incluso cambiar la delantera por la trasera sin problema alguno.
En unos pocos minutos se podía instalar el motor y la transmisión, siendo una motocicleta con un montaje tan fácil como bien estudiado
Respecto a las suspensiones, éstas se basaban en un sistema de cuatro pistones delante y otros cuatro detrás. Otra solución ingeniosa que se remataba con un diseño de lo más inteligente. Y no sólo por lo curioso de sus formas con el faro fusionado en el mismo conjunto cilíndrico del depósito de la gasolina, sino especialmente por detalles como el escape integrado en uno de los tubos del propio chasis. Todo un alarde de esmero y cuidado en la creación de esta Wooler Flat Four de 1.955, la cual además podía alcanzar los 144 km/h. ¿Se puede pedir más a esta motocicleta?
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS