Más allá de su propia historia, la OSSA 250 DMR ilustra de una manera bastante interesante la forma y manera en la que el fabricante catalán consiguió introducirse en los Estados Unidos. Pero vayamos paso a paso. Para empezar, hemos de entender cómo había cambiado de manera radical la situación de la industria de la motocicleta en España desde finales de los años cincuenta hasta, aproximadamente, mediados de los sesenta. Un lapso de tiempo tan corto como intenso, en el que los fabricantes se vieron obligados tanto a repensar sus nichos de negocio como a internacionalizarse. Veamos.
Como ya hemos dicho no pocas veces en este repaso al motociclismo ibérico que estamos haciendo en nuestra escueta pero enciclopédica sección, el lanzamiento del SEAT 600 en 1957 vino a cambiar muchas cosas. Presentado con un precio de derribo y un plan de financiación gestionado por los propios concesionarios, este modelo puso el automovilismo al alcance de las nuevas clases medias coincidiendo con el despegue definitivo del desarrollismo marcado por los Planes de Estabilización de 1959. Así las cosas, lo de pasar frío y resistir las lluvias a lomos de una motocicleta empezó a quedar atrás para muchos trabajadores. Aquellos, al menos, que pudieran permitirse un 600 para ir así cómodamente cobijados en sus desplazamientos diarios.
Bajo este nuevo contexto, desde Montesa hasta las recién creadas OSSA y Bultaco tuvieron que ampliar su oferta dentro de los nichos de mercado definidos por la deportividad ya que la moto para el día a día iba a caer en desventaja frente al automóvil. Además, aunque la capacidad de consumo de la sociedad española estaba creciendo, lo cierto es que comprar una motocicleta recreativa con fines deportivos no estaba al alcance de muchos. Por ello, internacionalizarse hacia los mercados anglosajones resultaba indispensable. Sumando ambos factores OSSA vio, al igual que sus competidoras, la necesidad de vender en los Estados Unidos. Objetivo que logró, llegando en algunos años a destinar el 75% de su producción a aquel país. Pero, ¿cómo empezó todo? Bueno, la OSSA 250 DMR tiene bastante que decir al respecto.
La forma en la que OSSA entró en el mercado americano fue bastante prometedora, al ir de la mano de todo un campeón como era Dick Mann
OSSA 250 DMR, los inicios de OSSA en el mercado norteamericano
Consciente de cómo en los Estados Unidos triunfaba la afición por las carreras sobre tierra, OSSA decidió exportar diversas monturas de enduro a aquel país. Para ello contó con la colaboración de Yankee Motor desde su fundación en 1966 por parte de Frank Connera, John Taylor y Dick Mann. Un personaje este último de vital importancia, ya que era todo un personaje de primer nivel en el motociclismo norteamericano.
Modelo para pilotos de estilo físico como Kenny Roberts, ganó dos veces el Campeonato Nacional de Flat Track aunque, al mismo tiempo, no dejaba pasar la oportunidad de competir en carreras de asfalto tan extremas como el TT de la Isla de Man. Además, también era un talentoso mecánico que trabajaba de forma incansable en la puesta a punto de sus motos cubierto con su ajado y sempiterno sombrero de paja. Así las cosas, al participar en la fundación de Yankee Motors se puso manos a la obra con la fabricación de sus propios chasis.
Sin embargo, de cara a hacer sus propias motos le faltaba la importante cuestión del motor. ¿Solución? Llegar a un pacto con OSSA – de la cual, recordemos, eran importadores los de Yankee Motors – para la provisión de mecánicas diseñadas por Eduard Giró. Y sí, fue lo que se hizo. De esta manera, para 1967 Dick Mann ya tenía un chasis listo para montar una motocicleta dedicada a mangas rápidas en óvalos de tierra con el giro a la izquierda. Justo el tipo de carrera frenética y agresiva en el que tanto gustaban foguearse los pilotos de tierra en los Estados Unidos, sacando la pierna izquierda para apoyarse, derrapando y haciendo un gran esfuerzo de control con los brazos.
Dick Mann construyó el chasis al que añadió la mecánica de OSSA con la intención de crear una motocicleta para él y pocos más. Sin embargo, ante el éxito de la criatura se decidió hacer una réplica para la venta en serie hacia 1969
Respecto al motor, Dick Mann había retocado el bloque de octavo de litro Stiletto rebajando su índice de compresión para adaptarlo a las necesidades de competir en aquellos óvalos. Tras esto, las victorias no tardaron en llegar de forma notoria a lo largo de 1968, por lo que de cara a 1969 los de Yankee Motors se animaron a comercializar una réplica elaborada en serie y disponible en el catálogo norteamericano de OSSA. Así nacía la OSSA 250 DRM “ Dick Mann Replica “, con la consabida motorización de 250 centímetros cúbicos y 36 CV a 9.500 revoluciones por minuto. El resultado de aquellos primeros e inestables pasos que culminaron con la entrada de la marca catalana en los Estados Unidos.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS