Al hablar de la ROA Foxter 125 vuelve a aparecer otro de los temas manidos entre no pocos aficionados al motociclismo histórico en la Península Ibérica. Ése que incide en el hecho de que, durante buena parte de los años cuarenta y cincuenta, la increíble explosión de pequeñas marcas hispanas se debió a la presencia de los motores Villiers. Y sí, evidentemente eso es cierto. De hecho, sólo hay que repasar las mecánicas de marcas como Cofersa, Clua, Elig, RMH u otras tantas para verificarlo en tan sólo un momento. Sin embargo, dadas las condiciones materiales en las que debía prosperar la industria de la postguerra todo aquello no dejó de ser un verdadero logro, aún no contando con patentes mecánicas propias.
De esta manera, conocer la historia de aquellas empresas – finalmente desaparecidas tras la popularización del automóvil durante los años sesenta – no deja se ser bucear en el mérito de industriales y diseñadores que supieron superar con ingenio el duro panorama de la autarquía. En ese sentido, incluso armar con éxito piezas suministradas por terceros era una verdadera aventura en aquella España a caballo entre las cartillas de racionamiento y la apertura progresiva a los mercados internacionales. Así las cosas, cuando en 1950 el joven Rafael Onieva Ariza armó artesanalmente sus primeras motocicletas estaba empezando lo que, al tiempo, sería una de las marcas automotrices más conocidas en el panorama madrileño.
Gracias a un taller ubicado en la calle Fuencarral, este inquieto emprendedor con habilidades mecánicas logró juntar una plantillas de hasta seis operarios con la que iniciar la producción en serie de sus primeros modelos. De hecho, el éxito fue tan inmediato que, para 1952, finalmente constituyó a la marca ROA como una sociedad industrial a la par que mudaba las cadenas de producción a una planta más amplia en la conocida calle de Embajadores. Lugar donde, desde 1953, comenzó la fabricación en serie de su primer modelo pensado para la comercialización masiva. La ROA Foxter 125.
Muchos aficionados han menospreciado el valor de no pocas marcas basadas en juntar piezas realizadas por terceros. No obstante, hacer algo así en la España de la posguerra era en sí mismo todo un reto
ROA Foxter 125, nacida el mismo año que Hispano-Villiers
Aunque durante los años cuarenta España iba reconstruyendo poco a poco el tejido industrial destruido por la Guerra Civil, lo cierto es que aún se encontraba muy lejos de Reino Unido, Italia o Francia en materia de patentes. Por ello, incluso en 1950 las empresas nacionales necesitaban fabricar bajo licencias extranjeras exceptuando algunas como Montesa o Sanglas. De hecho, la conexión entre los diseñadores italianos y las cadenas de producción españolas llegó a ser una constante promocionada por el propio régimen, con ejemplos tan variados como Moto Vespa – participada por el propio Instituto Nacional de Industria – o la mismísima SEAT.
Así las cosas, cuando Onieva Ariza decidió crear ROA optó por usar el motor británica Villiers. Sin duda el más común entre los fabricantes españoles gracias a su fiabilidad y economía. Además, justo cuando fue a comenzar la producción de la Foxter 125 se fundó en Barcelona Hispano-Villiers. Es decir, lejos de importarse ahora estas mecánicas se producción dentro del mercado local beneficiándose de las consiguientes exenciones fiscales. ¿Qué mejor situación para ROA entonces?
Asimismo, la empresa madrileña se convirtió en una de las referentes en materia de motocarros. Sin duda el tipo de vehículo que más colaboró al auge de autónomos y pequeñas empresas antes de la popularización de la Citroën AZU fabricada en Vigo desde 1958. Llegados a este punto, la ROA Foxter 125 contó con una empresa bien pertrechada, gozando por tanto de una distribución razonablemente buena. Hecho positivo a sumar sobre la fiabilidad del motor y la buena calidad de ensamblaje, partiendo del chasis monocuna rematado con detalles tan finos como su faro carenado.
El suministro de repuestos era correcto, los acabados buenos y el precio muy competitivo. Por ello, esta ROA ganó un hueco notorio en el segmento de las turismo
Respecto a la potencia, el Hispano-Villiers de la ROA Foxter 125 entregaba 5,5 CV a 4.300 revoluciones por minuto para propulsar la motocicleta hasta los 80 kilómetros por hora. Es decir, gozaba de las aptitudes necesarias para ser una buena opción en el segmento de las turismo. Además, con un precio algo inferior al de las Montesa o Lube. Gracias a ello, sus ventas gozaron de un interesante impacto en el panorama nacional aunque, desgraciadamente, eso no se refleja en una especial facilidad para conseguir una en buen estado hoy en día. No en vano, muchas de aquellas monturas de los cincuenta desaparecieron desguazadas a finales de la década. Un tiempo donde no se daba aún el valor que la perspectiva histórica otorga en este momento a aquellos diseños.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS