Más allá de las Derbi, en el mundo de las bajas cilindradas G.A.C fue una referencia esencial en lo que se refiere al mercado español. No en vano, esta empresa de Éibar fue la responsable de fabricar bajo licencia de la francesa Motobécane el sumamente popular Mobylette. Una de las referencias básicas para la historia del ciclomotor no sólo en Europa sino en el mundo entero. De hecho, sumando todas las unidades fabricadas por las diversas factorías diseminadas desde la India hasta el Reino Unido llegamos hasta los 14 millones. Todo un logro sobre el cual, además, se desarrollaron nuevos modelos como el que hoy nos ocupa: el G.A.C SP-95 Campera.
Pero vayamos por partes. Para empezar, G.A.C fue una de las muchas empresas con un origen diferente al de las dos ruedas. Así las cosas, mientras Ducati venía de hacer radios y Piaggio de ensamblar aviones de guerra, ésta inició sus actividades a mediados del siglo XIX en medio de la fiebre metalúrgica desatada en Euskadi. Tras ésto, se especializó en la producción de armas – al igual que otras empresas de Éibar – para acabar fabricando bicicletas a partir de los años veinte del siglo pasado.
No obstante, la destrucción inherente a la Guerra Civil puso las cosas muy difíciles a G.A.C para su vuelta a la actividad. No obstante, consiguió sobreponerse al bombardeo de sus fábricas e, incluso, poner su vista en nuevos mercados. Llegados a este punto, y al igual que Ducson o Derbi, esta empresa intuyó el negocio de la motorización saltando de las bicicletas a los ciclomotores. De hecho, éste era un paso no sólo lógico sino también relativamente sencillo pues, al fin y al cabo, algunos velomotores como el SRS compartían no pocos elementos con cualquier vehículo a pedales.
Menos enfocado al ocio que otros ciclomotores con aptitudes de campo, este G.A.C tuvo como principales compradores a los trabajadores agrarios
G.A.C SP-95 Campera, la llegada de un ciclomotor de campo
Necesitada de un socio tecnológico, G.A.C firmó en 1951 un acuerdo con la francesa Motobécane. Por cierto, también muy activa en el mundo de las bicicletas. De hecho, como recordarán quienes siguieran las gestas de Luis Ocaña en el Tour de Francia su montura ganadora fue, precisamente, de esta marca. Renovable cada diez años, aquel pacto dio a la casa de Éibar la posibilidad de fabricar el Mobylette. Y sí, ahí llegó un éxito inmediato.
Llegados a este punto, y al contrario de lo interpretado por Ducati-Mototrans, G.A.C no se esforzó demasiado por lanzar diseños propios. Al fin y al cabo, ¿para qué? No en vano, el Mobylette estaba siendo un éxito de ventas incontestable. Con diferentes versiones y actualizaciones. Sí. Pero siempre realmente semejantes entre sí. No obstante, de cara a los años setenta incluso el mundo de los ciclomotores se estaba tornando mucho más competitivo que antes.
Especialmente tras la aparición de los Ducati-Mototrans TT, Gimson Canigó, Puch Minicross o Derbi Cross. Tan económicos como atractivos para una potente audiencia joven deseosa de mezclar practicidad con cierto toque deportivo orientado al Off-Road. Así las cosas, G.A.C pensó en la conveniencia de lanzar un modelo de campo. Eso sí, lejos de querer competir con aquellos modelos, su objetivo fue el de ofrecer una opción sencilla pero efectiva orientada a los trabajadores agrarios. Gracias a ello, en 1971 lanzó el SP-94 Supercross.
Gracias a su cambio automático y demás recursos enfocados a la sencillez de manejo, ésta era una opción perfecta para un día a día sin problemas
Un modelo de muy poca vida, estando tan sólo un año en el catálogo para finalmente ser sustituido por el G.A.C SP-95 Campera en 1972, ligeramente retocado siete años más tarde llegando a estar en producción hasta, atención, el no muy lejano 2003. Sin duda, una vida comercial de lo más longeva. Respecto a sus cualidades técnicas, quizás lo más destacable fuera su doble embrague automático Dimoby. En lo referido al motor, éste era un monocilíndrico con 49 centímetros cúbicos revestido en cromo duro y con una culata diseñada para una refrigeración mejorada. Todo ello rematado con un cambio automático Mobymatic. En suma, aunque el G.A.C SP-95 Campera no es el más llamativo de entre todos los ciclomotores de campo producidos en España, sí era una excelente opción para quienes necesitaran una montura así con fines prácticos o laborales.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.Análisis,certeros y rigurosos sobre la historia de nuestros queridos velomotores setenteros,huyendo de los comentarios cañi y retratando el aspecto social….enhorabuena, sigue así.