Como todas las demás, la industria motociclista a veces también enmascara bajo una nueva apariencia ciertos productos que habían quedado sin vender. Gracias a ello, una simple puesta al día superficial puede dar nuevas posibilidades comerciales a cualquier modelo no vendido bajo la forma y manera en la que se planeó. Un hecho que, de una forma bastante clara, ejemplifica la salida el mercado de la Bultaco Frontera Gold Medal en 1977. Adaptando bajo una estética renovada lo que, en realidad, era una partida de motocicletas sin capacidad de encontrar su encuadre entre el público estadounidense. Dicho esto, lo mejor será ir por partes de cara a comprender la astuta maniobra comercial de la casa catalana con estas, en inicio, Pursang MK10 250 y 370.
Así las cosas, a mediados de los años setenta la saga de las Matador se estaba haciendo cada vez más reposada. Debido a ello, quienes desearan una motocicleta de Cross con talante agresivo sin tener que recurrir a la Pursang – aquella que, en la versión MK6, llevó a Jim Pomeroy hasta la victoria en el GP de España de Motocross 1973 – no encontraban ninguna opción adecuada en la gama de Bultaco. Llegados a este punto, en 1975 se presentó la primera de las Frontera con un diseño derivado de los modelos de competición usados por el equipo oficial. Primero con una cilindrada de 360 centímetros cúbicos para, al poco, sumar una versión con cuatro de litro.
Además, aquella motocicleta respondía a una inteligente lógica productiva ya que, aún siendo un nuevo modelo segregado de la más temperamental Pursang, tomaba de ésta la mayor parte de sus piezas. Gracias a ello, Bultaco ampliaba la gama sin comprometer en exceso la inversión. De hecho, la Frontera MK9 – así se llamó a la primera generación de la misma – mostraba pocos cambios respecto a las Pursang, alterando tan sólo en algunos detalles su bastidor así como incorporando un nuevo y más sereno tubo de escape. Con todo ello, el modelo evolucionó con puestas al día en 1976 – MK10 – y 1978 – MK11 – llegando a estar presente en el catálogo de Bultaco hasta sus últimos días ya en la década de los ochenta.
La devolución a la fábrica es uno de los horizontes más problemáticos para cualquier unidad que haya salido al mercado. De esta manera, Bultaco ideó una ingeniosa manera de relanzar aquella serie proveniente de Estados Unidos
Bultaco Frontera Gold Medal, una provechosa operación comercial
A finales de los años setenta el mercado estadounidense ya no era tan fácil como había sido años atrás. De hecho, incluso con el tirón comercial producido por Jim Pomeroy y su carrera deportiva, Bultaco se veía cada vez contra las cuerdas según los fabricantes nipones presentaban más y más monturas caracterizadas por una excelente relación calidad / precio. Además, el vertiginoso ritmo de actualizaciones presente en los modelos Off-Road tampoco ayudaba a contar con un margen comercial más amplio.
De hecho, dado que los modelos se renovaban cada año, si uno llegaba con algo de tardanza a los concesionarios rápidamente caía en desgracia atropellado por la aparición de su continuador. Justo lo que le ocurrió a las Pursang MK10 exportadas a los Estados Unidos en 1977. Las cuales aparecieron casi a finales de temporada, tan sólo unas semanas antes de la MK11 en sus variantes 250 y 370. Así las cosas, un número indeterminado de ellas – en los registros no se especifica cuántas pasaron por el ignominioso proceso de retornar a la fábrica – fueron devueltas a Bultaco por parte de los concesionarios americanos.
Y vaya, dada esta situación se imponía una pregunta de corte leninista: ¿qué hacer? No en vano, en 1977 la situación financiera en la casa catalana no estaba como para perder posibles ganancias, atravesando como estaba una crisis llena de problemas laborales y comerciales relacionados con la contracción del consumo y el progresivo aperturismo en los cupos de importación. Con todo ello, aquellas Pursang MK10 se adaptaron para convertirse en un nuevo modelo llamado Frontera Gold Medal en alusión a las medallas de oro logradas por la marca en los Mundiales de Enduro.
Intentando hacer de este modelo algo totalmente nuevo, incluso se troquelaron los números de bastidor planteando así un cierto reto a la hora de repasar los números de chasis en la historia de la marca
Es decir, una operación de maquillaje en toda regla presentándolas como unidades conmemorativas. De hecho, como réplicas de las unidades oficiales en aquellos mundiales. No obstante, lo cierto es que las modificaciones en el chasis o la mecánica fueron nulas. Debido a ello, las Frontera Gold Medal eran unidades de las Pursang MK10 250 – con identificación 192 – y 370 – marcada por la identificación 193 en su bastidor – capaces de entregar 37 CV y 41 CV respectivamente. Obviamente, mucho más complejas en su conducción y respuesta que una verdadera Frontera, con ajustes pensados para hacer de ella un modelo útil en el Cross al tiempo que dócil en el uso diario. Además, la propia fábrica troqueló los números pasándolos a 492 y 493 tan sólo alterando el 1 del comienzo. En suma, todo un juego de máscaras con el cual, durante los conflictivos últimos días de Bultaco, la empresa consiguió dar nuevas alas a un conjunto de unidades devueltas a fábrica.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.Y yo tengo una comprada nueva en el 78