Hablemos de historia. Así las cosas, lo cierto es que OSSA no contó con ninguna motocicleta específicamente dedicada al Motocross desde finales de los años sesenta. Una ausencia entendida por la especial atención dada – hablando siempre dentro de su gama Off-Road, sin tener en cuenta todo lo que estaba haciendo para el asfalto – a las monturas de Trial y Cross. Con todo ello, dejó el campo abierto a Bultaco de cara a que ésta se expandiera con sus Matador y Pursang. No obstante, en 1971 la cabecera francesa Moto Revue se hacía eco de un nuevo proyecto en el que estaba trabajando SPQ. Ni más ni menos que el distribuidor de OSSA en el país vecino.
En aquella crónica, se comentaba cómo con piezas de la casa catalana estaban tomando forma hasta tres unidades experimentales basadas en cuadros diferentes. Además, se esperaba contar con un motor de dos tiempos y octavo de litro. Perfecto para entrar a la categoría más popular del Motocross en aquel momento. Llegados a este punto, aquellos ensayos tomaron forma pública cuando en 1973 se presentaba en el Salón de Barcelona un modelo con chasis ligero, 37 CV a 7.200 revoluciones por minuto, basculante en duraluminio – una aleación que incluye materiales tan livianos como el magnesio – y un tubo de escape bastante llamativo.
En suma, la OSSA Phantom 250 al fin hacía su aparición, inaugurando no sólo el regreso de la marca al Motocross sino también el inicio de una saga que habría de durar hasta 1977 sumando hasta cuatro evoluciones con cilindradas que iban desde los 125 hasta los 250 centímetros cúbicos. Bajo estas coordenadas, la llegada de la OSSA Phantom a los concesionarios se produjo a comienzos de 1974 con el bajo peso como principal característica. De hecho, la Phantom 250 tuvo problemas de homologación en la FIM debido a que con sus 88,5 kilos siquiera llegaba al mínimo exigido. No obstante, solucionados aquellos problemas OSSA fichó a John Banks – campeón británico de medio litro – y Domingo Gris – campeón del campeonato español en 1970 y 1972 – para el equipo oficial. En fin, sin duda esta motocicleta no podía tener un arranque más ilusionante.
Tras dos años de desarrollo probando diferentes bastidores, la OSSA Phantom finalmente llegó al mercado haciendo gala de una gran facilidad de manejo
OSSA Phantom 250 AS74, un inicio fantástico
Sin duda, los esfuerzos de diseño realizados por Eduard Giró habían tenido pleno éxito. No en vano, la OSSA Phantom cosechaba cada vez más elogios gracias a su manejabilidad. Un carácter compartido con las Bultaco Pursang, muy bien acogidas por el publico estadounidense al ser dóciles y manejables tanto en manos expertas como profanas. Además, con los datos objetivos sobre la mesa la OSSA contaba con ciertas ventajas respecto a la Bultaco. Para empezar, su chasis. El cual ya estaba forjado en cromo-molibdeno desde el momento de su presentación mientras que, en la Pursang, esto tuvo que esperar un poco más hasta la MK7 de 1974.
Por cierto, una montura que, también por su ligereza, tuvo los mismos problemas de homologación en carreras que la OSSA Phantom 250 un año antes. Respecto a la geometría del chasis, la OSSA Phantom 250 destacó por su corta distancia entre ejes. Debido a ello, resultaba común verla con la rueda delantera despegada del suelo, centrando todo el peso en el eje trasero a fin de mejorar la tracción todo lo posible en los momentos de máxima aceleración. Y es que, al fin y al cabo, no estamos hablando de una suave montura de Trail sino de toda una máquina para ganar en las competiciones de Motocross.
Respecto al motor, en la OSSA Phantom 250 encontramos una mecánica capaz de satisfacer las necesidades de los pilotos profesionales, caracterizándose por una curva de potencia progresiva desde ritmos bajos. Todo ello gracias a los ajustes realizados en el monocilíndrico con dos tiempos y 244 centímetros cúbicos, capaz de entregar hasta 36 CV a 8.000 revoluciones por minuto alimentados por un carburador Bing con 36 milímetros.
El éxito de la 250 hizo que la marca lanzara durante el mismo año de estreno de la Phantom versiones con 125 y 175 centímetros cúbicos
En lo referente al cambio, éste contaba con cinco relaciones, destacando también la fuerza de los frenos de tambor con 122 milímetros en el eje delantero y 150 en el trasero. Últimas piezas clave en un conjunto muy equilibrado, logrando por tanto buenas ventas en el mercado estadounidense desde el primer momento. De hecho, esto animó a OSSA a crear más variantes aún sin esperar a la llegada de la segunda generación en 1975. De esta manera, la Phantom estrenó muy pronto versiones con 125 centímetros cúbicos – capaz de entregar 24,2 CV – y 175. Con 21 CV, pero entregados ya en las 8.000 revoluciones por minuto en vez de las 10.000 a las que rendía su máxima capacidad la 125. Así las cosas, lo cierto es que la OSSA Phantom 250 fue un estreno magnífico además de la exitosa vuelta de la marca al Motocross. Una motocicleta para recordar.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS