Cuando echamos una ojeada a la historia industrial de no pocas marcas históricas del motociclismo, rara es la ocasión en la que existe una total y absoluta dedicación al mundo de las dos ruedas motorizadas. De esta manera, multitud de fabricantes han tocado palos imprevistos a fin de cuadrar sus cuentas. Una larga lista de ejemplos en los que destaca el caso de BMW, la cual se vio obligada a producir arados y material de cocina después de la Segunda Guerra Mundial debido a las sanciones impuestas por los Aliados durante el proceso de desnazificación.
Asimismo, ciñéndonos a la misma época también tenemos los casos de Piaggio o MV Agusta. Ambas con un evidente pasado en la aviación aunque, ya en tiempos de posguerra, decidieran reciclarse al diseño de motocicletas. Es más, los rigores de la necesaria reconstrucción nacional también afectó a Ducati, la cual dejó atrás su historia radiofónica a fin de lanzarse al mercado con los motores Cucciolo para velomotores.
Y vaya, yendo incluso más atrás tenemos los inicios de Peugeot, inicialmente centrada en los molinillos de café para, posteriormente, llegar a ser una de las mayores empresas europeas en relación a las motocicletas, los automóviles y las bicicletas. En fin, una amplia panoplia de anécdotas en la que también hay episodios relacionados con la Península Ibérica. Para empezar, resulta imposible comprender la industria motera de Éibar -con referencias tan potentes como Lambretta de Locomociones S.A- sin conocer el pasado armero del lugar. Base para una tradición metalúrgica en la cual la fabricación de vehículos se presentó de una forma lógica. Por otra parte, algo muy parecido a lo ocurrido con la gijonense Avello, productora de bienes de equipo antes de firmar su asociación con la italiana MV Agusta. Es más, hasta Montesa tuvo que exportar naranjas durante sus primeros años con la finalidad de obtener divisas y así poder adquirir en el extranjero componentes no ofertados por la industria auxiliar barcelonesa.
La expansión del consumo durante los años sesenta propició que los electrodomésticos se convirtieran en un objetivo de lo más rentable
Frigoríficos Bultaco Mercurio, más allá de las dos ruedas
Que Bultaco fabricase motores para algo más que motocicletas no debería ser algo digno de sorpresa. No en vano, mientras Bultaco era la referencia comercial, el verdadero nombre de la empresa respondía al de Compañía Española de Motores S.A. Es decir, se apuntaba en general a la mecánica sin precisar campo alguno. Es más, buscando en la gama de Bultaco más allá de las dos ruedas encontramos una sólida historia en relación con los motores de kart. Largamente ofertados por la marca catalana como bien recordarán los aficionados más veteranos a esta especialidad.
De hecho, ya os hablamos hace tiempo del más o menos conocido Fórmula IV bautizado bajo el nombre de la propia Bultaco. No obstante, todo lo relacionado con su gama de frigoríficos sí es cuasi desconocido. Pero vayamos por partes. Para empezar, la empresa dirigida por los Bultó vivió su expansión durante la década de los sesenta. Una época en la que la expansión del consumo tuvo una de sus evidencias más claras en la venta masiva de electrodomésticos.
Aquellos que, junto a la televisión o el automóvil firmado por SEAT o la FASA, hacían creer a las clases trabajadoras en la ilusión de ser otra cosa. Y vaya, en parte sí era así pues, no en vano, el desarrollismo económico estaba cambiando la faz del país a golpe de bienes de consumo. Así las cosas, los Bultó vieron negocio en todo aquello así que decidieron aplicar sus motores estáticos a la fabricación de una gama de frigoríficos.
Hoy en día esto ha quedado como una interesante rareza en la historia de Bultaco, siendo parte de las creaciones más heterodoxas de la misma
Y atención, porque estos no se vendieron bajo una denominación comercial distinta. En absoluto. De hecho, estos se presentaban en las tiendas con el mismo logotipo del pulgar hacia arriba visto en las motocicletas y, además, recibían el nombre de Mercurio. Sí, el mismo que ya se había utilizado en la motocicleta turismo presentada en 1961. En fin, una manera distinta de tener una Bultaco en la casa. Eso sí, en caso de encontrar alguna de estas neveras aún en el mercado pues, realmente, son casi imposibles de encontrar.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS