Uno tiende a pesar que las marcas siempre tienden a picar cada vez más y más alto con sus diseños. Aumentando la gama hacia segmentos más exclusivos según su contabilidad se va asentando; una condición, a todas luces, esencial si se quiere invertir en materia de desarrollo tecnológico. Sin embargo, esa visión está profundamente herrada pues, no en vano, un vehículo no es mejor ni más inteligente en su diseño tan sólo por contar con una mecánica más prestacional. De hecho, lejos de ello muchos de los diseños más adecuados en materia de transporte han tenido la mesura y la practicidad por bandera.
Algo especialmente ejemplificable en el automovilismo donde, a todas luces, modelos como el Mini de Alec Issigonis han llegado a ser mucho más influyentes que cualquier superdeportivo gracias a la forma en la que han combinado consumo, precio, habitabilidad, fiabilidad y producción en gran serie. Dicho esto, muchas empresas han logrado algunos de sus mejores éxitos no ampliando la oferta hacia los segmentos más exclusivos sino todo lo contrario, haciéndolo hacia los más populares. Eso que, en términos comerciales, se puede definir como hacer “modelos de acceso”
De esta manera, tras fundarse a mediados de los años cincuenta la argentina Siambretta -licenciada en el país sudamericano de la italiana Lambretta tal y como en España ocurriera con la vasca Lambretta Locomociones S.A- ésta empezó a pensar en nuevo modelos más allá de su inaugural 125 D/LD. Una scooter de octavo de litro perfecta para su segmento aunque, a decir verdad, inalcanzable para quienes sólo se pudieran costear un sencillo velomotor a fin de cubrir sus necesidades diarias en materia de transporte privado por la ciudad. Detectado esto, la gerencia de la empresa vio un filón comercial en un modelo más sencillo que la 125 D/LD. Razón por la que, en 1958, vio la luz la Siambretta 48.
Tras lanzarse con la fabricación de las Lambretta argentinas, SIAM creyó interesante abrir la gama por los segmentos más populares con esta montura ligera
Siambretta 48, el velomotor de Siambretta para la Argentina
Por economía de compra y uso, los velomotores fueron perfectos durante los años cuarenta y cincuenta. Aquellos en los que, multitud de países, aún contaban con las dificultades económicas inherentes a la posguerra. Algo evidente en el caso de Europa, aunque en el contexto sudamericano las trabas también fueran más que significativas debido a la lenta progresión del consumo entre las nueva clases medias.
No obstante, de cara a finales de los años cincuenta la Argentina ya tenía más o menos consolidada a una población urbana con cierta capacidad de gasto. Gracias a ello, productos como la Siambretta 48 gozaban de una buena cancha de juego comercial, sumando no sólo el uso particular sino también el que le acabarían dando multitud de empresas, usándola como vehículo de reparto para el día a día.
Basada en un bastidor de evidente similitud para con los cuadros de las bicicletas -por ello nos referimos a ella más como velomotor que como ciclomotor-, ésta montaba un motor monocilíndrico de 48 centímetros cúbicos y dos tiempos para rendir 1,7 CV a 5.000 revoluciones por minuto. Todo ello con dos velocidades y una velocidad máxima de 55 kilómetros por hora con -un cierto lujo para estos vehículos- suspensiones traseras con tubos telescópicos.
“Económico y servicial”. Así se anunciaba esta montura que, a pesar de su sencillez, contaba con elementos de comodidad como los amortiguadores traseros telescópicos
En fin, una serie de cualidades sencillas pero efectivas para el día a día en el tráfico urbano e, incluso, algún uso en zonas rurales -lo que podían llegar a aguantar estas máquinas no está escrito, sirviendo de forma paciente y efectiva hasta por los caminos más insospechados-. Todo un éxito comercial para Siambretta, la cual consolidaba su posición dentro del mercado local a la espera de versiones más potentes de la scooter.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS