La Yamaha TMax, cuando se lanzó la primera iteración del modelo, supuso toda una revolución. Nunca, hasta el momento, había creado nadie un scooter tan capaz como el de Yamaha, capa en todos los sentidos, porque no fueron pocos los que quedaron prendados por sus prestaciones y por su comportamiento en carretera. Y no era el primer scooter de su tipo, los maxiscooter ya llevaban tiempo en el mercado y el TMax llegó al mercado casi a la par que el Honda Silver Wing, aunque este era más GT y más apto para viajes, pero menos deportivo.
Durante mucho tiempo, el TMax estuvo solo en el mercado, era el único scooter con un talante tan marcadamente deportivo y con unas prestaciones acorde a su talante. Había otros que, para ser scooter, eran muy rápidos, es cierto, pero no lo hacían igual que el TMax, y no lo decimos nosotros, lo dicen las pruebas de la época, opiniones que se vieron refrendadas cuando la firma japonesa actualizó su maxiscooter, cosa que pasó nada menos que siete años después de su lanzamiento, lo que dice mucho sobre el scooter.
La primera edición del Yamah TMax 500 apareció en el año 2001 y la segunda, que en el fondo, parecía más un restyling que un modelo nuevo, hizo acto de presencia a finales de 2007, para salir al mercado al año siguiente. Pocos modelos aguantan sin cambios durante tanto tiempo, aunque claro, volvemos a lo de antes: había pocos rivales que realmente fueran capaces de molestar al TMax.
Cuando Yamaha presentó la evolución del scooter, quedó claro que se había buscado perfilar algunas cosas, pero sin que ello supusiera perder la esencia original ni la personalidad general del scooter, que fue parte de su éxito. Además, era precisamente eso, una evolución del concepto que tanto éxito les había reportado, aunque los cambios eran más grandes de lo que aparentaba a simple vista.
De primeras, los cambios se notaban fuera, en su carrocería, que para la ocasión adoptaba faros más grandes –mucho más grandes– y uno frontal, en general, más afilado y con una cúpula más elevada. El chasis era totalmente nuevo, fabricado con aluminio, que permitía bajar el peso del conjunto en 11 kilos –junto a otros cambios, claro–. Al mismo tiempo, como era más pequeño –pero más rígido–, dejó espacio para un depósito de combustible más grande.
Y para rematar, montaba llantas de 15 pulgadas para las dos ruedas, la horquilla pasaba de 41 a 43 milímetros y los frenos delanteros, por su parte, adoptaron unas pinzas de cuatro pitones en lugar de la pinza con dos pistones anterior.
El motor era básicamente el mismo, aunque se habían revisado algunas cosas para adaptarlo a las normativas de emisiones, tales como la inyección o la línea de escape. Así, se mantenía el dos cilindros de 499 centímetros cúbicos con cerca de 44 CV, suficientes para que el Yamaha TMax 500 fuera capaz de flirtear con velocidades poco comunes en un scooter.
Actualmente, el segmento de los grandes scooter tiene muchos protagonistas, pero en aquellos años, el TMax era la referencia y casi el único de su clase, incluso si tenemos en cuenta el Gilera GP 800, que no acabó de cuajar como si lo hizo el scooter nipón.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS