Hubo un momento en el que las marcas no se lo pensaron mucho para lanzar esos modelos que unían lo mejor de dos segmentos en los que dominaban en el pasado, aunque a corto plazo esa ambición desmedida a veces se truncaba. Esto es lo que pasó desde Triumph cuando lanzaron la Street Triple R, una moto en la que trabajaron para diseñar una naked deportiva fuera de lo común y que prometía una personalidad muy marcada y unas prestaciones al nivel de las mejores.
Basada en el estilo de la Triumph Street Triple original, decidieron incorporarle el motor de la Triumph Daytona 675, todo ello con un completo acabado racing, ¿qué podía salir mal? Pues prácticamente nada. Este modelo prometía ser ágil y ligero, y aprovechaban al máximo la productividad de esas horquillas cortas y de un amortiguador largo y firme que hace que se pueda pilotar de una manera más bastante deportiva.
Con un motor de 675 cc, tres cilindros en línea y culata con 12 válvulas, esta moto conseguía que unos inquebrantables 107 CV a 11.700 rpm, lo que la situaba un paso por detrás de la Daytona 675, aunque eso no importaba. En ese sentido, la moto ofrecía la suficiente potencia para mantener entretenido a todos los usuarios y para ofrecer unas prestaciones más que buenas. Además, el tres cilindros también derrochaba una buena cifra de par sin necesidad de tener que exprimir el motor como pasa con los cuatro cilindros.
En la firma decidieron incorporar una horquilla USD de 41 mm y un amortiguador trasero de Kayaba ambos ajustables, lo que le permitía configurar la puesta a punto al gusto de cada usuario. Los frenos, firmados por Nissan, presumían de unas pinzas delanteras con anclaje radial.
Con esta moto, Triumph pretencía ofrecer un lado polivalente, pero sobre todo, un lado muy deportivo. Iba un paso más allá en este sentido, al compartir el motor y otros elementos como la Daytona 675, aunque no sea una forma de hacer cosas precisamente nueva, ya hemos visto muchos casos similares
Su punto fuerte no era otro que unas agresivas líneas y ópticas dobles, lo que hacía que fuesen motor realmente muy personales. De hecho, este apartado recibió tantos elogios como críticas cuando se presentó la Street Triple normal. Se la comparó con la Speed Triple, su hermana mayor, y se acusó a Triumph de ser poco original y querer exprimir el concepto quizá demasiado.
Pero la Street Triple R provocó que muchas de esas voces se callaran, pues las prestaciones y el comportamiento hacían olvidar, totalmente, la imagen de sus dos faros frontales, no del gusto de todo el mundo. Se la consideró la street Fighter más deportiva en aquel momento.
Alejandro Delgado
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