Hubo un momento donde la fiebre de los scooter que fuesen aptos para todo tipo de vías estaba en un primer plano. En ese sentido, y siendo conscientes de que tenían que adentrarse en un terreno donde la competencia era máxima, en Yamaha desarrollaron la gama XMax, la cual llegó a España en 2005. Después de cinco años de éxitos, llegaba la nueva Yamaha XMax 250, una moto que apostaba por una renovación estética completa y una revisión de todos sus órganos para intentar mantener su privilegiada posición en el segmento.

En ese sentido, venía con un parabrisas que se conectaba directamente con el propio escudo, lo que hacía se mantenga la personalidad del mismo modelo. Al mismo tiempo, fueron un paso más allá, consiguiendo que sea un scooter muy ágil y manejable, pero con un acabado sport, un toque “picante” para que los desplazamientos por ciudad sean algo más entretenidos. Para conseguirlo, venía con un toque más afilado y agresivo, consiguiendo que los usuarios no tuviesen que forzar tanto el tren delantero al reducir su peso de manera notoria, y logrando un mejor tacto y mayor confianza.

Estéticamente, este modelo llegaba a recordar al clásico T-Max, con ese mismo toque agresivo y dinámico que, a veces, les falta a los rivales. Bien es cierto que su precio estaba por encima de la solvencia económica de muchos usuarios, pero eso no importaba y es que venía con un motor Minarelli – Yamaha con inyección electrónica y 249 cc, el cual y estaba presente ya en su versión de 2007. Entregando 20 CV a 7.500 rpm, tenía la capacidad de permitir que los usuarios tuvieran un gran margen de uso, con unas prestaciones muy decentes, a pesar de sus 176 kg de peso.

Básicamente, es el hermano pequeño del Yamaha T-Max, con todo lo que ello conlleva

La Yamaha XMax 250 era una de las motos más extremas que se lanzaron dentro de su segmento, pero extrema al estilo scooter, es decir, sin perder esa versatilidad que siempre ofrecer, aunque en este apartado se quedaba un poco por detrás de sus rivales. Pero eso no importaba, venía con un asiento muy cómodo y una posición ergonómica, lo que permitía que devorar kilómetros sin cansancio. En ese sentido, los usuarios agradecían los cambios que habían hecho en el propio chasis de su moto, y que, al mismo tiempo, se ha logrado la mayor estabilidad posible, gracias a su llanta de 15 pulgadas dentro de la cual permitía que la pisada en el asfalto fuese constante.

Este modelo no iba más allá de lo habitual, era una moto simple, sin muchos cambios y a pesar de presumir de deportividad, mantenía su lado práctico para todos los usuarios, aunque no era muy tecnológico. Pese a eso, era una moto que ofrecía un buen rendimiento, un puesto de conducción ergonómico y un uso polivalente, que era lo que buscaban muchos usuarios a quienes no les importaba el precio. Querían potenciar su usabilidad y eso se veía también representado en su volumen de ventas, algo que permitió que estuviera entre los modelos más vendidos a nivel nacional.