Las carreras de motocicletas en la década de 1970 eran una disciplina brutal, en la que el riesgo y la vida de los pilotos corría un grave peligro. El dominio de los equipos italianos por aquel entonces era abrumador. Para la pujante Ducati de aquellos años, el deseo de vencer a sus rivales se convirtió en una auténtica obsesión y así nació esta poderosa 750 que hoy os traemos y que ha sido subastada recientemente por Gooding & Co.
Si las motocicletas son tu vicio, es casi un rito de iniciación el día en que te subes a una Ducati, es un momento que no se te va olvidar nunca y ya no te digo nada si terminas adquiriendo una. Por lo que me han comentado algunos amigos, algo similar ocurre en las cuatro ruedas con los Alfa Romeo, hay un antes y un después en la adquisición de estos vehículos. Los italianos saben vender pasión como nadie ciertamente.
Fundada en 1926, Ducati se convirtió rápidamente en sinónimo de innovación técnica, rendimiento y magníficos diseños. Durante gran parte de su temprana historia la compañía tuvo éxito con sus modelos de pequeña cilindrada, pero el paso a categorías superiores eran palabras mayores.
A principios de la década de los 70, todo esto cambió y los chicos de Borgo Panigale decidieron ir a por todas y plantar cara al mismísimo Giacomo Agostini y a la todopoderosa MV Agusta, que por aquel entonces dominaba el escalón superior de la competición con mano de hierro. Encabezada por su legendario ingeniero jefe, Fabio Taglioni, Ducati preparó con mucho mimo y dedicación ocho unidades de carreras de 750 cc completamente nuevas y con una tecnología avanzadísima en ese momento.
Las ocho motocicletas construidas para las 200 millas de Imola presentaban innovaciones técnicas increíbles para al época, incluidos árboles de levas accionados por engranajes cónicos y las válvulas desmodrómicas, que si no eres un fan de la marca no habrás oído hablar de ellas jamás. Para contártelo muy brevemente, en vez de existir una leva que abre la válvula y el muelle que posteriormente la cierra, Taglioni diseño un ingenioso sistema que utilizaba una leva para la apertura y otra para su cierre, prescindiendo del muelle de los sistemas tradicionales. Esto creaba una importante ventaja a altas revoluciones, ya que en momentos de prestaciones muy elevadas, el muelle no era capaz de cerrar la válvula lo suficientemente rápido. Ducati, que por supuesto patentó estas ingeniosas válvulas, sigue usándolas a día de hoy en sus modelos de más altas prestaciones. Para completar el pastel se equipó a este motor con dos juegos de bobinas y dos bujías por cilindro, lo que suponía una mejora en la combustión y por supuesto mayor rendimiento a altas revoluciones.
Mostrando una increíble atención al detalle, las motocicletas también presentaban una configuración de escape asimétrica, con el tubo izquierdo montado mucho más alto que el derecho para que las máquinas pudiesen inclinarse más en las curvas predominantemente de izquierdas en Imola.
Y llegó el día de la carrera del año 1972 en el circuito italiano. 70.000 espectadores se amontonaban en las gradas y alrededores del mítico anillo. Ducati, sabedora de la motocicleta que tenía entre manos, tiró la casa por la ventana. Presentó a sus siete corredores en un transportador especialmente diseñado para la ocasión con paredes de cristal, lo que ocasionó una gran euforia entre el público asistente. Afortunadamente para Ducati, la bravuconada de semejante presentación mereció la pena y en una de las carreras más memorables que se han producido en la historia de este circuito, los pilotos Paul Smart y Bruno Spaggiari obtuvieron el primer y segundo puesto con las nuevas motocicletas. La victoria conmocionó a competencia, al mundo del motociclismo en general y marcó el comienzo de una nueva era para Ducati, que se encaminó hacia décadas de grandes éxitos internacionales. Era el cumpleaños de Smart, la victoria más importante de su carrera y el momento más significativo de la historia de Ducati.
Es difícil comprender cuán innovadora fue esta motocicleta en la época, pero está claro que llevó a Ducati por el buen camino y pronto llegó a ser el mayor fabricante de motocicletas de Italia, dejando a sus rivales muy por detrás, tanto en técnica como en número de unidades vendidas. Incluso a día de hoy, en el 2024, la Ducati 750 sigue siendo un verdadero producto que combina a la perfección ingeniería y artesanía.
En 1974, en reconocimiento a la gran gesta que había supuesto esta victoria, en Borgo Panigale se produjo una serie especial de 401 unidades, llamada 750 Super Sport, que en esencia eran versiones de carretera de las ocho “magníficas” preparadas para el circuito dos años antes. Estas motos, conocidas por los coleccionistas como Ducatis “Green Frame”, se han convertido desde entonces en objeto de deseo de los más acérrimos de la marca y son unidades muy valiosas y de las más buscadas de todos los tiempos.
¿Y que ocurrió con las ocho unidades producidas para la ocasión? Pues los directivos de la empresa las enviaron por todo el planeta para promocionar la victoria en Imola y el nuevo estatus de Ducati como fabricante de la más alta tecnología.
Una de esas ocho motocicletas es la que veis aquí. Este ejemplar se envió a Sudáfrica donde pasó gran parte de su vida compitiendo en todo tipo de eventos. Posteriormente, pasó por California y Nueva Zelanda, donde se ha mantenido meticulosamente hasta llegar a nuestros días. El pasado 17 de mayo se subastó y no se ha declarado ni su nuevo propietario ni el precio pagado por esta exclusividad, que según estimaciones de la propia casa de subastas estaba entre 650.000 y 750.000 dólares. Esperamos que su feliz dueño siga empleando esta 750 para lo que se diseñó, correr libre en circuito.
Ángel Arias
La historia del automóvil está llena de grandes emprendedores, de ideas arriesgadas, curiosas casualidades, irreconciliables enemistades y muchos fracasos. Es un mundo intenso y fascinante del que muchos hemos quedado cautivados. Cualquier vehículo con un motor me parece interesante, ya sean motocicletas, automóviles, camiones, aviones o barcos; es estupendo sentir la brisa del viento en la cara sobre uno de ellos. Si estáis aquí es porque compartimos afición.COMENTARIOS