La Suzuki Bandit 650 S de 2009 no era más que la evolución lógica de un concepto, que llevaba año tras año de éxitos. Una motocicleta usable, fácil de conducir, obediente y, como decían en la revista Motociclismo –número 2.161–, dulce y de carácter sumiso. Básicamente, una moto para todo, coherente y también barata, porque la marca pedía 7.199 euros.
No se puede negar que la moto, por lo general, siempre lleva consigo una imagen de vehículo lúdico, divertido, que muchas veces choca de frente con una realidad aplastante: son vehículos muy útiles, económicos y extremadamente ágiles. Obviamente, económicos siempre que se opte por un modelo de gama media y no por uno de los más potentes y equipados, cuyo precio puede equipararse al de cualquier automóvil.
La Bandit, un modelo mítico de Suzuki, era cualquier cosa menos un modelo complejo y caro. De hecho, se hizo famosa y casi imbatible en ventas por su talante utilitario, por su fiabilidad y por su temperamento bonachón. Sin contar, por su puesto, con su diseño, que siempre ha guardado las formas y se ha mantenido en un rango que gustaba a todo el mundo, o casi. Y en el caso del modelo S, había que sumar el pequeño carenado superior, que aumentaba todavía más su carácter utilitario.

El corazón de la Bandit S de 2009 era el conocido cuatro cilindros con refrigeración líquida, culata multiválvulas, 656 centímetros cúbicos, inyección y un rendimiento que permitía que casi cualquier usuario pudiera domarlo. La potencia anunciada por la marca era de 86 CV a 10.500 revoluciones y 6,3 mkg a 8.900 revoluciones, cuya entrega era bastante lineal y sin picos abruptos. Era, como decíamos, fácil.
No obstante, era no quería decir que fuera mala moto, no confundamos las cosas. Es cierto que resultaba una moto pesada –casi 250 kilos con todos los llenos– y de concepción sencilla –suspensiones convencionales, chasis doble cuna en tubo de acero–, pero rozaba los 220 km/h, apenas necesitaba cuatro segundos para ponerse a 100 km/h y los consumos no pasaban de siete litros, lo que permitía, con su deposito de 19 litros, una autonomía de 268 kilómetros.
Una serie de detalles que se sumaban a un ligero rediseño que la Bandida sufrió en 2009, que mejoró la protección aerodinámica y cosas como la instrumentación o el asiento del piloto, que era regulable en dos posiciones de altura con respecto al suelo, la igual que el manillar, que también se podía regular.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS