La Lambretta X300 SR ha llegado al mercado como el típico amigo que va a una fiesta con una chaqueta vieja y unas Jordan de 500 euros. Entra sonriendo, todo postureo, y en cuanto abre la boca, no sabes si es un experto en los 70 o un producto de la teletienda. Esta scooter que lleva el sello de una marca histórica, viene dispuesta a reventar el concepto retro o a confirmarnos que estamos rodeados de puro marketing.
Hablar de la Lambretta es invocar a las Vespa killers de antes, a los mods de los 60 que se ponían trajes entallados para ir a manifestarse en su moto, a las películas italianas en blanco y negro con un piti en la boca. Ahora, el nombre de la firma lo lleva una empresa con capital asiático que se ha propuesto revivir la marca a golpe de píxel brillante, líneas angulosas y envoltorio. Es la última bala de este revival. Un scooter de 275 cc que grita mírame a los cuatro vientos y que al menos tiene la intención de algo.
Un desfile de ego retrofuturista
Cuando la ves es como si estuvieses en casa, como si fueses al pueblo de vacaciones y vieses a ese bar de toda la vida, pero que ahora se reinventa y por unas aceitunas te cobran 10 euros cuando antes te la daban de aperitivo. Tiene presencia, es algo evidente, con una carrocería metálica, líneas afiladas y ese escudo delantero que parece propio de una película de ciencia ficción. Es una mezcla curiosa, como si una Lambretta clásica se hubiese pasado meses en el gimnasio y ahora quiere lucir abdominales.
Es más angulosa que la típica scooter de diseño redondeado. Aquí no hay curvas suaves ni guiños al cuidado italiano. Aquí se marca músculo, tiene porte, y esos detalles como unos retrovisores cromados o iluminación full LED que recuerda a las motos italianas de los 60.

Su pintura mate le da ese punto macarra, pero elegante que tanto gusta a los nostálgicos actuales. Lo que no sabemos es si es un diseño retro o urbano premium que se mantiene para convivir con ella en el día a día.
Un corazón musculoso
En ese cuerpo estilizado se esconde un monocilíndrico de 275 cc refrigerado por agua, que es capaz de entregar unos 25 CV a 8.250 rpm. Son cifras más que suficientes para moverte por la ciudad y escaparte por carretera secundaria, aunque su rendimiento es simplemente correcto.
El arranque es suave, la entrega de potencia es línea y no hay tirones, pero es algo lógico, es una moto que no tiene sorpresas y lo que es peor, no tiene carácter. No tiene un rugido tradicional, y con un peso de 165 kg en orden de marcha, sabe moverse bien.
Su centro de gravedad está bien situado, pero te da la sensación de que es una moto que prefiere avenidas anchas. Capaz de circular en 100 km/h sin problema, tiene un consumo de 3.5 litros cada 100 km. No es una moto especial, es eficiente, pero no es nada del otro mundo.

Ni tan cómoda ni tan vintage
Este es el apartado donde el marketing empieza a resquebrajarse. Tiene detalles premium como una LCD, sin llave y iluminación LED. La postura de conducción es algo peculiar. Irás sentado algo más elevado de lo habitual, con el manillar en una posición un poco baja para los que miden más de 1.80 metros.
No es una scooter que invites a tus riñones a dar un paseo un domingo. El asiento es firme, sí, y el espacio para los pies es algo limitado. Lo justo para los trayectos urbanos, pero poco recomendable si tienes pensado recorrer largas distancias.
El hueco bajo el asiento es diminuto, no cabe ni una mochila, por lo que la capacidad de almacenamiento es testimonial. Parece que los diseñadores se centraron tanto en el envoltorio que se olvidaron de la función. En cuanto al pasajero tiene su sitio, pero es mejor que no pese mucho ni que se queje.
Revival con estilo, pero sin alma
La Lambretta X300 SR es como un grupo musical que regresa tras 30 años con un disco nuevo. Lo escuchas, sonríes, pero sabes que ya no es lo mismo. Tiene estética, actitud, pero no tiene esencia. No hay ese nervio, ni descaro, ni esa conexión con el espíritu original de una moto de leyenda.

Para el urbanita que busca una scooter con presencia, con ese aire distinto, que marca la diferencia en semáforos, es una opción muy válida. En cambio, para los puristas, esta Lambretta es poco más que una camiseta de un grupo conocido comprado en un top manta.
Es un revival bien maquillado, pero con poco rock and roll bajo el traje. Es más un escaparate en movimiento. Si buscas es postureo con clase, toque vintage y sin complicaciones, cogétela sin pensar, aunque el viaje será corto.
Alejandro Delgado
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