La Moto Guzzi V7 Cafe Classic se lanzó con la idea de revivir una leyenda de los años 70, para lo que se necesitó transformar la V7 Sport en algo más “vintage”, más auténtico, como dirían muchos. Hubo que viajar en el tiempo y traerse de regreso muchas de las cosas que hicieron mítica a la Guzzi V7 750, moto, por cierto, que se consideraba muy deportiva en aquellos años. Detalle que tendría que lidiarse de alguna forma, ya que, allá por 2009, la V7 Sport no estaba considerada como una superdeportiva, sino como una moto de talante deportivo a la vieja usanza.
Moto Guzzi tenía que recuperar el espíritu de una moto que presumía de haber sido la primera en superar los 200 kilómetros/hora de velocidad máxima y para ello, se recurrió a la misma receta: una posición de conducción casi radical, ruedas de radios, un asiento con una joroba al final, una instrumentación con dos relojes de aspecto clásico… Y una serie de elementos que ya tenía en su catálogo y que se podían encontrar en la misma Guzzi V7, cosas como el motor, la personalidad claramente añeja. De hecho, el apartado técnico no presentaba diferencias entre un modelo y otro.
Así, todo giraba alrededor de un chasis tipo adobe cuna en tubo de acero, con una horquilla Marzocchi con barras de 40 milímetros y un basculante de aleación ligera acompañado de dos amortiguadores laterales. Elementos que se combinaba con el ya conocido dos cilindros de cigüeñal longitudinal de Moto Guzzi, cuya imagen, con los cilindros asomando por la lateral del depósito de combustible, es inconfundible. La cilindrada era parecida a la V7 a la que se quería homenajear, pues se quedaba en 744 centímetros cúbicos. La refrigeración era por aire, la alimentación se hacía mediante inyección y la potencia se situaba en los 48 CV a 6.200 revoluciones, junto a 58 Nm de par a 5.000 revoluciones.

Obviamente, no era una moto especialmente veloz, pero su deportividad iba en otro sentido, en el de la conducción pura, en gestionar las curvas lo más rápido posible, en exprimir al máximo el propulsor… Es otro tipo de deportividad, donde las prestaciones son menos importantes que las sensaciones. Además, con 182 kilos en seco declarados, no era una moto pesada, lo que facilitaba el disfrute. Eso, por supuesto, y el placer que tendrá su propietario cuando estacione y se detenga un momento a contemplar su estampa.
La Moto Guzzi V7 Cafe Classic llegó para recordar a su vieja hermana que superó los 200 kilómetros/hora y que estrenó el llamativo color verde “Legnano”, que se combinó con un chasis de color rojo en las 150 primeras unidades.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS