Moto del día: Gilera ICE 50

Moto del día: Gilera ICE 50

Casi un prototipo puesto en las tiendas


Tiempo de lectura: 3 min.

La Gilera ICE 50 es uno de esos scooters que, si no estabas metido en el mundillo a principios de los 2000, probablemente ni sabías que existían. Y, sin embargo, fue uno de los diseños más rompedores que lanzó Piaggio en esa época. No era un scooter para todos. Era un capricho raro, atrevido y muy distinto a lo que había en las calles.

Fueron años de muchísimo apogeo en el segmento de los scooter de poca cilindrada, de hecho, eran los más numerosos y los que más ventas acaparaban, así que las marcas les prestaban bastante atención y muchos cuidados. Los grandes scooter con motores de hasta 500 centímetros cúbicos o más ya habían empezado a rodar por las carreteras de todo el mundo –el Suzuki Burgman 400 llevaba desde los años 90, pero para los 2000 ya había llegado el Yamaha T-Max o el Honda Silver Wing 600–, pero todavía no tenían el peso que tiene ahora.

El segmento de los ciclomotores tenía mucha importancia y las marcas se permitían invertir en ellos con modelos como el Gilera ICE, con el que se buscaba abrir mercado, llegar a los más jóvenes y a quienes buscaban un modelo que se saliera de lo convencional. Pero solo se jugaba con la imagen, pues técnicamente era un scooter típico de aquellos años en muchos apartados.

La estética era lo primero que te dejaba loco. Nada de líneas deportivas clásicas como la Runner, ni volumen italiano elegante. La ICE parecía un cruce entre un prototipo futurista y un scooter pequeño y ágil. Colores llamativos, formas originales y sin réplica en el mercado, una personalidad desbordante… No había nada comparable en su segmento. Era el típico scooter que o te enamoraba o te horrorizaba, pero que, seguramente, en pleno Siglo XXI, con la moda de los scooter crossover, podría tener una buena aceptación, ya que también jugaba con ese concepto de moto.

Gilera ICE 50 2

Bajo esa carrocería tan particular se escondía lo que cabía esperar: el motor Piaggio Hi-Per2 de 50 cc, dos tiempos, refrigerado por aire. Vamos, el mismo bloque que hacía volar a la Zip SP. Buena potencia, buena respuesta y un punto gamberro ideal para un scooter que pedía guerra.

El chasis era compacto y muy ligero –una estructura de acero prensado llamado Axe Frame que tenía una resistencia a la torsión un 400% superior a un tradicional entramado de tubos–, y aquí Gilera hizo algo curioso: buscó un equilibrio entre estética radical y funcionalidad práctica. La postura de conducción era bastante cómoda, el asiento estaba bien resuelto y el manejo era más noble de lo que sugería su aspecto de “concept bike”.

Aun así, la ICE 50 nunca estuvo destinada a ser un éxito de ventas. Era demasiado especial. Giilera lanzó este modelo como una especie de guiño creativo, casi un experimento de diseño para ver hasta dónde podían estirar el concepto del scooter juvenil. Se diseñó en colaboración con el departamento de sociología de la Universidad de Bolonia, para identificar “mundos de referencia”, que sirvieran de inspiración.

Y como suele pasar con estas excentricidades, hoy se ha convertido en una auténtica rareza. Un modelo difícil de ver incluso en Italia, y casi imposible en España, donde apenas se vendieron unidades. No tiene el pedigree de una Runner ni la fama de una Aerox, pero la Gilera ICE 50 tiene mucha más personalidad.

La comercialización se inició en 2001, pero las ventas fueron tan decepcionantes que se detuvo la producción en 2003.

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Sobre mí

Javi Martín

Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches, y ahora también las motos. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

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