Después de la Segunda Guerra Mundial Japón tuvo que reconstruir la mayor parte de su tejido industrial. Además, este reto tuvo que ser enfrentado desde una base social empobrecida, escasamente capaz de asumir un nivel de consumo significativo. De esta manera, durante los años cuarenta y buena parte de los cincuenta el parque móvil nipón se caracterizó por el dominio de los velomotores, las motocicletas de escasa cilindrada y, a lo sumo, los populares “key cars” bendecidos en lo fiscal por unas tasas tan reducidas como su tamaño.
No obstante, la pericia de los ingenieros japoneses hizo de la necesidad virtud, alimentando con excelentes diseños a unas fábricas realmente bien organizadas. Es más, en sus cadenas de montaje quedaba perfectamente claro el sobrio y organizado espíritu de aquel país, maximizando la capacidad laboral de cada empleado gracias a una estudiada planificación de sus movimientos. De hecho, aquello fue aplicado por la propia Porsche décadas más tarde con excelentes resultados.
Con todo ello, paso a paso los fabricantes japoneses no sólo ganaron músculo financiero sino que, además, lo hicieron ofreciendo vehículos dotados con una llamativa relación calidad / precio. Asimismo, los acabados estaban realmente bien ejecutados a pesar de ser productos de una gran fabricación masiva. Algo que, dicho sea de paso, representaba un gran contraste con el de las motocicletas con factura española, en cuya puesta en valor actual influye -para bien o para mal- la nostalgia. Sin duda, un vaho que empaña las deficiencias materiales de una industria criada bajo los parabienes proteccionistas.
Los fabricantes nipones pusieron su punto de mira en la conquista del mercado occidental, algo que lograron ofreciendo motocicletas con una excelente relación calidad / precio
Yamaha HT-1, una motocicleta con capacidad de explicar muchas cosas
En la historia de Yamaha la HT-1 no es una de sus motocicletas más significativas. De hecho, seguramente sea tan sólo una escasa parte de la afición a las monturas Off-Road quien la recuerde. Sin embargo, su lanzamiento en 1970 viene a confirmar no pocos logros de entre todos los conquistados por los fabricantes japoneses. En primer lugar, estamos hablando de una motocicleta versátil capaz de encandilar al público joven, el cual podía disfrutar con ella de un uso diario por ciudad y asfalto combinado con unas ciertas habilidades Trail.
En segundo término, nos encontramos con una mecánica poco ambiciosa -un monocilíndrico de dos tiempos y 89 centímetros cúbicos con 8,5 CV a 7.000 revoluciones por minuto- pero, al mismo tiempo, tan efectiva y adecuada en su desempeño como sencilla y práctica en su mantenimiento. En tercer lugar, aunque el estilo no es algo que en la Yamaha HT-1 brille especialmente, éste resulta más que llamativo cuando la analizamos en el contexto de su época.
Perfecta para un uso versátil a cargo del público más joven, la Yamaha HT-1 tuvo en los Estados Unidos su principal mercado, confirmando así la gran capacidad técnica pero también comercial de los fabricantes japoneses
Es más, su chasis de doble cuna rematado en negro hace un contraste excelente con su depósito de combustible en amarillo. Por cierto, una combinación cromática muy al hilo de la usada por la marca en sus motocicletas de competición. Y vaya, en último lugar esta motocicleta albergaba unos acabados muy interesantes para su segmento. Todo ello rematado con una distribución excelente a cargo de una amplia red de concesionario en su principal mercado: los Estados Unidos. En suma, la Yamaha HT-1 no tiene nada y al mismo tiempo lo tiene todo, siendo un muy ejemplo de cara a entender cómo los fabricantes japoneses consiguieron desplazar del liderazgo en el mundo de las dos ruedas a los estadounidenses, británicos y, claro está, españoles.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS