En todos los países el crecimiento del parque móvil ha venido del aumento demográfico. Una tendencia exponencial que en las últimas décadas se ha agravado con el acceso al consumo por parte de las masas. En este contexto, los fabricantes de motocicletas no sólo han tenido el reto de diseñar más y mejor, sino también el de llevarlo a la realidad al por mayor. Exigencia que afecta a cómo se producen y comercializan sus productos, los cuales han de ser ensamblados de forma mecánica e industrial. Un salto al modelo fordista que en el caso del automovilismo se dio con el Ford T y en las motocicletas con modelos como la Coventry-Eagle L5 Silent Superb.
No obstante, el salto de un modelo cuasi artesanal a otro basado en una cadena de montaje donde cada fase es acabada por obreros especializados en la misma conlleva un rediseño de lo que se va a fabricar. De esta forma, hacia los años veinte del pasado siglo diversos fabricantes de motocicletas fueron dejando atrás el ensamblaje manual de tubos abrazando así los marcos de acero prensado. De esta forma no sólo se ahorraba una ingente cantidad de tiempo y mano de obra, sino que también se lograban chasis rígidos y livianos hechos de una sola pieza.
Toda una revolución que se puede poner en común con la invención de la carrocería autoportante en los vehículos de cuatro ruedas. Así las cosas, todo se mezclaba para además posibilitar una rebaja en el coste final de la motocicleta al ser un proceso más económico por su carácter de producción en serie. Uno de los motivos por los que, a partir de los años treinta, fabricantes germanos como DKW o BMW ampliaron rápidamente su facturación. Éxito por el cual la fabricación en serie de marcos de acero tuvo su eco en otros países. Testigo y prueba de ello es la Coventry-Eagle L5 Silent Superb de 1935. Uno de los modelos que introdujo esta nueva técnica en las motocicletas británicas.
La fabricación en serie de motocicletas llegó al pasar del ensamblaje manual de tubos a los marcos de acero prensado, lo cual permitía fabricar de forma más sencilla logrando además chasis rígidos y livianos
Coventry-Eagle L5 Silent Superb, de lo particular a lo industrial
Nacida a finales del siglo XIX, Coventry-Eagle fue durante muchos años una empresa conocida y reconocida por su labor artesanal. Una labor en la que cada unidad resultaba una pieza casi única, siendo ensamblada a mano a partir de piezas suministradas por fabricantes especializados que en la cuestión del motor iban desde Villiers hasta Matchless pasando por JAP. No obstante, durante los años treinta la contracción económica derivada del Crack de 1.929 obligó a reducir los niveles de exclusividad, haciendo de Coventry-Eagle una marca no sólo más popular, sino al tiempo responsable de sus propios motores de dos tiempos.
Algo que, sin embargo, no afectó a todos los modelos de su gama. Ejemplo de ello es la Coventry-Eagle L5 Silent Superb, la cual monta un monocilíndrico de dos tiempos y 249 cm3 procedente de Villiers. Éste se une a una caja de cambios de tres velocidades, montándose junto al resto de componentes sobre el verdadero avance técnico planteado por esta motocicleta: el chasis de acero prensado. Elemento estructural fabricado de la misma forma que el depósito de gasolina o la horquilla delantera, arrojando en báscula un total de 110 kg aproximadamente.
Dato que hace de esta Coventry-Eagle L5 Silent Superb una montura bastante dinámica para la época. Aproximadamente unas cuatro o cinco veces más de lo que podía pesar una bicicleta de carreras coetánea con cuadro de tubos de acero. Lo cual puede ser a priori un dato exótico para alguien que no piense más allá de los vehículos a motor, pero en el caso de una Silent Superb cobra sentido traer a colación por dos motivos.
Con la L5 Silent Superb se logró una motocicleta sencilla pero de comportamiento alegre perfecta para venderse al por mayor
El primero es porque ésta es una motocicleta representativa del momento en el que se inicia la producción en cadena. Lo cual abarata costes de producción y acerca la moto a un público masivo en perjuicio de la bicicleta como medio de transporte diario. El segundo es porque el propio destino de la Coventry-Eagle fue fabricar bicicletas de carreras. Y es que, por mucho que nos gusten estos modelos clásicos siempre está bien rodar de vez en cuando con el motor propio que suponen nuestras piernas.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS