Unido a la meticulosa fabricación casi artesanal, el nombre de Bimota representó durante los setenta y ochenta a una de las mejores y más refinadas marcas de motocicletas en el panorama mundial. De hecho, su combinación de elementos llevó más allá el concepto de superbike para ofrecer algunos de los modelos más costosos y exclusivos en su momento. De esta manera, la Bimota SB3 de 1979 resalta como una de las monturas más interesantes en la trayectoria de la marca italiana, alzada al estado de pieza de coleccionista habiéndose producido materiales para ensamblar tan sólo 402 unidades, siendo acabadas en la fábrica únicamente unas 66. Dato que nos empieza a dar pistas sobre cierta manera de funcionar en Bimota. Y es que, ¿por qué no se fabricaron todas en la misma cadena de montaje?
Para llegar a dar una adecuada respuesta a esta pregunta lo mejor será contar la historia desde el principio. Así las cosas, nos vamos a situar en los circuitos del campeonato mundial a finales de los sesenta. Una época en la que las marcas japonesas habían desembarcado con fuerza gracias a modelos como la Honda CB750 de 1969. La primera en ser calificada como superbike, haciendo gala de motores muy potentes gracias al uso de cilindradas más generosas que sus competidoras europeas. No obstante, si bien los japoneses habían dado un salto de gigante en la mecánica gracias a la experiencia acumulada en carreras, aun eran incapaces de crear chasis a la altura de las circunstancias.
De hecho, los fabricados para las motocicletas destinadas a piloto-cliente en las cilindradas de 250 cm3 y 350 cm3 tenían fama de ser bastante mediocres. Por ello, los tres socios fundadores de Bimota vieron una clara oportunidad de negocio cuando a comienzos de los setenta abandonaron las calefacciones y el aire acondicionado para dedicarse íntegramente al motociclismo. Llegados a este punto, el planteamiento comercial de la nueva empresa sería el siguiente: suministrar chasis, amortiguadores y carenados de altísima calidad con los que dar una base adecuada a los excelentes motores japoneses del momento. La asociación italonipona con la cual Bimota creó algunas de las motocicletas más espectaculares de los años setenta y ochenta. Entre ellas, claro está, la Bimota SB3.
Tomar los mejores motores japoneses pero implantándolos sobre un refinado chasis de ingeniería italiano. Ésa fue la receta de Bimota para definir la personalidad que durante los setenta la aupó a lo mal alto del motociclismo
Bimota SB3, la tercera con motor Suzuki
A la forma de Abarth con no pocos de sus kits de preparación con base FIAT 600, Bimota vendía sus piezas listas para ser ensambladas junto al motor indicado. De esta manera, la mayoría de las Bimota SB3 no se ultimaron en la fábrica. Dicho esto, al comenzar el análisis de esta motocicleta lo mejor será hacerlo a través de su motor. Esta vez se trata del tercer propulsor de la marca Suzuki con el cual trabajó Bimota, extraído de la GS1000 para producir 87 CV a 8.200 rpm.
Todo gracias a sus cuatro cilindros con una cilindrada total de 997 cm3, refrigerados por aire y con ocho válvulas. A partir de aquí, el resto de la moto ya se configuraba a través de elementos producidos o escogidos por Bimota. El más importante el chasis. De enrejado tubular en acero cromado, al cual se aplicaron unas horquillas Marzocchi en la parte delantera y un monoamortiguador en la trasera.
De esta manera, la Bimota SB3 arreglaba los problemas dinámicos propios de la motocicleta japonesa de la cual tomó el motor, ofreciendo un comportamiento mejorado que la hizo ser una de las mejores y más valoradas superbikes del momento. Algo que, recurriendo a pruebas y ejemplos, además se respalda con su récord mundial de velocidad. El más alto en una motocicleta de producción en 1979 con sus 240 kilómetros por hora dados en el autódromo italiano de Nardo.
Su alto precio y la constante mejora que hicieron en materia de chasis y frenos los fabricantes japoneses acabó dejando sin sentido adquirir una Bimota, sin embargo la empresa sigue existiendo con una participación casi del 50 % por parte de Kawasaki
Respecto a los frenos, la Bimota SB3 montó dos discos Brembo en el eje delantero y uno en el trasero. Todos de 280 mm, y claramente superiores a los ofrecidos por la motocicleta nipona equiparable. De esta manera, sumando un nuevo chasis, los amortiguadores renovados y el equipo de frenos mejorado la Bimota es claramente superior en circuito a la Suzuki de la cual toma el motor. Por ello se convirtió en una verdadera leyenda para los piloto-cliente del momento. De todos modos, el altísimo precio de estas máquinas así como la capacidad de las marcas japonesas para llegar a los años ochenta con productos de mejor calidad también en materia de chasis desactivó el crecimiento de Bimota. Una leyenda que a día de hoy sigue existiendo, participada a un 49,9 % por Kawasaki. Paradojas del mercado del motor.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS