Consultando revistas de los años sesenta, aparecen de forma recurrente comentarios destinados a alabar la calidad de las motocicletas BMW. Especialmente aquellas con mayor cilindrada y el característico motor boxer. Entre ellas destaca como una de las más valoradas – también hoy en entre los coleccionistas – la BMW R69S. Sin embargo, lo cierto es que tras la Segunda Guerra Mundial nada hacía anunciar que esto sería así. De hecho, no sólo la mayor parte de las instalaciones de la marca se encontraban bombardeadas o desaparecidas, sino que incluso se dispusieron leyes muy estrictas para que la industria alemana no ensamblara motocicletas con más de medio litro de cilindrada.
No obstante, para 1950 ya habían pasado cinco años desde que el III Reich pasara a ser parte de la historia. Obviamente las heridas aún estaban muy recientes, pero tanto la necesaria reconstrucción económica de Europa como el contexto de la Guerra Fría hicieron ver la necesidad de aupar a la industria alemana como una pieza clave en la nueva situación mundial. Así las cosas, se hizo un borrón y cuenta nueva que repercutió también en la industria automotriz. Por ello, en aquel mismo 1950, al fin BMW y el resto de fabricantes germanos podían construir de nuevo motores para motocicleta con más de medio litro.
Toda una bendición para la supervivencia de la marca, ya que de esta manera podía regresar a lo mejor de su tradición mecánica previa a la contienda con motores boxer y monturas de potencia generosa. Para 1951 ya había sacado la R51/3. Una motocicleta que tuvo su eco en las carreras gracias a su derivada para pilotos-cliente RS54. De esta manera, en 1955 se presentó la BMW R69 definiéndose no sólo por su motor sino también por un chasis con suspensión trasera de rueda oscilante, dos amortiguadores hidráulicos y un basculante. Además, en la versión R69S se aportaban algunos toques deportivos para hacer de esta motocicleta con 600 centímetros cúbicos una de las mejores ruteras de la época.
Tras la Segunda Guerra Mundial el futuro de BMW era de lo más incierto. No obstante, después de 1950 al fin pudo fabricar modelos con más de medio litro de cilindrada, recuperando sus identitarios bicilíndricos boxer
BMW R69S, más viajera que de circuito
Con un motor colocado en una posición muy baja y un excelente reparto de pesos, las pruebas de la época indican que la BMW R69S gozaba de una gran estabilidad. Y eso es importante. Porque justo aquí vamos a enlazar con la definición de la propia moto. Y es que, a pesar de ser una moto con potencia generosa, el objetivo de la misma no es tanto rendir en los circuitos como poder realizar largos viajes con prestaciones sobradas. Obviamente sin renunciar al toque deportivo que se le puede extraer, pero definiendo lo que en el mundo del automovilismo sería un GT.
Es decir, ese vehículo potente y de aspecto deportivo, pero también no precisamente muy ligero ya que piensa más en largos viajes y aplomos en recta que en sacar el nervio a flor de piel en las curvas. Llegados a este punto, a la BMW R69S se la puede encuadrar dentro del segmento de las mejores y más sólidas motocicletas ruteras de la época. Una época eso sí bastante larga, puesto que contando con todas sus series y generaciones estamos ante un modelo que vivió catorce años en cadena de montaje.
Además, lejos de apostar por nuevas e inexploradas vías la casa bávara acertó de pleno dando a la BMW R69S una identidad que conectaba de pleno con lo que la marca había sido antes de la guerra. De esta manera, fue una de las motocicletas que ayudo a rescatar la excelente fama de la marca tras la Segunda Guerra Mundial, insistiendo no sólo en esa estética característica sino también en el uso del motor bóxer. Aquí con cilindrada generosa para llegar hasta los 42 CV a 7.000 revoluciones por minuto.
Fiable y potente, en ella se destacaron más las cualidades ruteras que las de circuito, lo cual se subrayó gracias a un excelente sistema de suspensiones
Unos siete más que la versión normal – la R69, sin lo que supone la S en materia de mayor compresión y otras mejoras del rendimiento – . Todo ello con una fiabilidad que fue sello de la casa en estas motocicletas. No obstante, para finales de la década el empuje de las marcas japonesas ya empezaba a ser totalmente hegemónico. Por ello BMW poco a poco fue renovando sus estrategias, teniendo que dejar de lado a modelos como la R69S. Hoy en día, son verdaderas piezas de colección, más aún si el número de identificación es coincidente con el del motor y el chasis.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS