Cuando una motocicleta tiene tanto éxito como la BSA Gold Star, la marca debe enfrentarse al reto de conseguir que su sustituta esté a la altura. Esto ha ocurrido antes y sigue ocurriendo hoy en día, y es por ello que algunas marcas prefiere ofrecer pequeñas actualizaciones, exprimiendo la gallina de los huevos de oro hasta que sea imposible seguir haciéndolo. En esta tesitura se encontró la mítica marca británica BSA cuando tuvo que lanzar un nuevo modelo a principios de los años 60. Y lo cierto es que sí, estuvo a la altura y mantuvo el éxito. La BSA Cyclone 500 fue una de esas motos de nueva generación, con un toque scrambler y polivalente que gustó mucho al público americano.
Una de las bazas de la Gold Star era su equilibrio generalizado, y también la respuesta de su monocilíndrico, mejorado hasta límites insospechados con el paso de los años. Pero para el nuevo modelo, BSA optó por un motor bicilíndrico como la opción más lógica: un motor de dos cilindros puede girar más rápido, y con ello hay disponible mucha más potencia. Nacía así el bi de cuatro tiempos, 498 cc (65,5×74 mm), refrigeración por aire y distribución con un árbol de levas en cabeza situad en lo alto del cárter, tras los cilindros y que acciona las válvulas a través de varillas.

Otra novedad importante fue que la caja de cambios (de cuatro velocidades) ya estaba integrada en el propio motor, y no separado como antes. Una alimentación por doble carburador, arranque a patada y embrague multidisco para controlar un motor que declaraba una potencia de 33 CV a 5.800 RPM. Obviamente no parece mucho, pero con un peso total de 141 kg en seco (177 kg con todos los llenos, incluyendo 18 litros de gasolina), se defendía muy bien hace más de medio siglo.
El buen hacer de BSA en los chasis se veía también en este doble cuna de acero, con un motor reforzado que permitía una mayor rigidez del conjunto. La horquilla telescópica o el doble amortiguador trasero se defendía mejor en carretera que lejos de ella, según cuentan en las pruebas de la época. Si te animabas, no era difícil hacer topes, aunque se solucionaba fácilmente con un aceite ligeramente más viscoso. Frenos de tambor de ocho y siete pulgadas montados en llantas de 19″ y 18″, eran comunes también a la versión asfáltica. Aunque en este caso, se optaba por unos neumáticos mixtos.
Tal fue el éxito de la Cyclone, que rápidamente empezó a modificarse para competir con ella en óvalos de tierra, dirt tracks y también en competiciones como la mencionada Baja 1000 californiana o similares. Pero lo cierto es que tampoco necesitaba grandes modificaciones, más allá de escapes elevados y sin silenciador, retoques en el motor para conseguir más potencia y eliminación de todo aquello que no fuese imprescindible.
Fotos: Bohams
Ender
Japan Rules!!COMENTARIOS