Durante los años cincuenta el motociclismo en España vivió una verdadera explosión. No una explosión deportiva o prestacional sino numérica, ya que la producción en serie creció exponencialmente hasta la llegada del automovilismo masivo unos diez años más tarde. Además, todo aquel crecimiento registró la aparición de nuevos segmentos y tipos de montura. Algo especialmente visible cuando contemplamos la historia de la Gimson Sport, gracias a la cual esta señera casa catalana se posicionó en el prometedor ámbito de los ciclomotores beneficiándose de la exención de matrícula así como otras ventajas fiscales.
Pero vayamos al comienzo de toda esta historia. Así las cosas, hemos de situarnos hacia 1950 en la catalana ciudad de Figueres. Un tiempo, un territorio, donde la lenta pero progresiva mejora económica situaba a los velomotores como una alternativa frente al sempiterno desplazarse en bicicleta. Así las cosas, miles de obreros iban transitando hacia el vehículo privado a motor, alzándose como opción intermedia la posibilidad de incorporar una mecánica de combustión al cuadro de la bicicleta. Justo la vía de negocio en la que triunfó Honda en Japón con su Cub F o Ducati en Italia con su Cucciolo. Dos cimientos modestos para entender cómo, al tiempo, estas marcas llegarían a ser no sólo masivas sino también altamente prestacionales.
Llegados a este punto, a comienzos de los cincuenta los ciclomotores sustituyeron a las bicicletas motorizadas, abriendo una verdadera explosión del mercado materializada en la inauguración de multitud de fábricas en el tránsito de tan sólo unos años. De esta manera, entre 1950 y 1953 iniciaron su actividad Motovespa, Lambretta Locomociones, Moto Scooter Rondine o Iso Motor Italia. Además, el panorama catalán ya había recuperado el tono previo a la Guerra Civil durante los últimos años de la década anterior gracias a la aparición de Montesa y Moto Guzzi Hispania. Es decir, el ambiente resultaba propicio para lanzarse al mundo de las dos ruedas. Motivo por el cual, a mediados de los cincuenta, Gimson saltó de las bicicletas a los ciclomotores con la aparición de modelos como el Gimson Sport.
La historia de Gimson es muy similar durante los años cincuenta a la de Ducati u Honda, pasando de aplicar pequeños motores para propulsar bicicletas a hacer sus propios ciclomotores
Gimson Sport, asentado en la chapa estampada
Desde Elche hasta Cataluña pasando por Madrid, los años cuarenta vieron cómo se asentaban multitud de pequeños fabricantes independientes gracias al uso de los motores Villiers. Debido a esto, en 1951 la casa británica finalmente licenció a un consorcio con capital nacional para la fabricación en Barcelona de sus mecánicas bajo el nombre de Hispano-Villiers. Algo que puso las cosas aún más fáciles a las empresas con interés en el motociclismo. Justo el caso de Gimson, la cual comenzó a lanzar sus propios ciclomotores equipándolos con estas mecánicas.
No obstante, Gimson viró al poco hacia los hermanos Parés como proveedores de motores. Responsables del motor Gamo, gracias a ellos la gama de monturas urbanas de la marca al fin tomó cuerpo gracias a los modelos 49 y 65 asentados en chasis de bicicleta. Además, hacia 1955 se lanzó el ciclomotor Gimson Sport. Con las mismas mecánicas pero claramente evolucionado gracias a una base totalmente diferente. Y es que la empresa hizo un gran esfuerzo en bienes de equipo para la fabricación en chapa estampada. Una técnica claramente inspirada en las scooter italianas, bastante atrevida para la España de la época debido a los posibles fallos de rigidez si el acabado no resultaba excelente.
Es más, precisamente todo lo relativo a la chapa estampada fue lo que condenó a la Mymsa X-13. Una motocicleta turismo con motor de 175 centímetros cúbicos tan interesante como malograda. De hecho, acabó quebrando las cuentas de la empresa entre lamentos constantes por la aventurada aplicación de aquella técnica. Sin embargo, en el caso de Gimson la apuesta se resolvió en un tono mucho más positivo ya que, durante años, los chasis en chapa estampada se alternaron en la gama con los tubulares equipando al menos ocho modelos.
La fabricación de los chasis en chapa estampada representaba enormes dificultades como se pudo ver en el malogrado caso de Mymsa y su X-13
Respecto a las mecánicas, como hemos dicho anteriormente se trataba de las Gamo con 49 y 65 centímetros cúbicos. Desgraciadamente, no podemos dar datos fiables sobre la potencia ya que las fichas técnicas son inencontrables. Eso sí, confiamos en que algún coleccionista amable especializado en Gimson conserve alguna y decida ponerse en contacto con nosotros a través del correo electrónico, gracias de antemano. No obstante, seguro que las Gimson Sport variaban bastante según cada unidad, ya que al ser fácilmente trucables – especialmente en lo referido a la carburación – se nos antojan como unas de esas máquinas donde el piloto ejerce también de improvisado mecánico y preparador. Sea como fuese, este modelo es un hito en la historia de la marca, inaugurando el uso de la chapa estampada así como la entrada en el voraz mercado de los cincuenta.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS