Como sabemos, una de las cuestiones básicas para el rendimiento en clave deportiva es la reducción de peso. Gracias a este aspecto del diseño las posibilidades del motor se ensanchan mejorando la relación peso / potencia. Además, si la motocicleta protagonista cuenta con un centro de gravedad bajo -lo cual tiene mucho que ver con la posición de pilotaje- el conjunto va a ganar aplomo y, por tanto, un desempeño más adecuado.
Asimismo, las carreras exigen de una gran resistencia y fiabilidad. Algo que, como es lógico, tiene que ver no sólo con la calidad de las piezas sino con un esquema lo más sencillo y efectivo posible. Sin cuestiones accesorias responsables de averías innecesarias.
Con todo ello, uno se pregunta cuál podría ser la motocicleta que mejor haya conciliado sobre sí todos estos aspectos. Y sí, la respuesta es evidentemente imposible pues, al fin y al cabo, en el mundo de las dos ruedas motorizadas tendríamos muchos y muy buenos diseños en este sentido, más aún si introducimos variantes como saber si estamos hablando de Off-Road. Ruta, Velocidad…
Sin embargo, con tan sólo ver las líneas de la Henderson Racer Factory de 1917 vemos en ella a una sólida candidata. Para empezar, el cuadro reducido a la mínima expresión aligera todo lo posible aún no utilizando materiales ligeros pues, no en vano, estamos hablando de una motocicleta con más de un siglo a sus espaldas.
Respecto al motor, éste se ubica a una altura realmente baja, muy adecuada para mejorar la estabilidad cuando hablamos del reparto de pesos e inercias. Además, estamos hablando de un cuatro cilindros en línea. Justo el tipo de mecánica en la que era experta la Henderson Motorcycle Company fundada en 1911. Esta vez afinada en 934 cc para rendir 7 CV.
Aquí además se incorpora un cárter húmedo junto a una transmisión de tres velocidades y un embrague especialmente resistente. Elementos propicios para hacer de ésta nuestra protagonista no sólo una motocicleta realmente interesante en su concepción, sino también exitosa en lo referido a las ventas pues sobre ella recayeron multitud de pedidos relativos a múltiples pilotos privados.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS