La Honda CBR 1000 F Hurricane llegó al mercado en 1987 y, de un plumazo, superó a todas las motos “de 1.000” que había en el mercado. La revista yankee Rider Magazine afirmó en su momento que la Hurricane elevó el concepto de rendimiento a un nivel superior, no solo en cuanto a prestaciones, sino en muchos otros apartados como la aerodinámica o la calidad de fabricación.
El segmento de las motos “de litro”, a finales de los 80, estaba muy animado. Suzuki había inaugurado las batallas con la GSX-R 1100, para luego ver como llegaba Kawasaki con la GPZ 1000RX –en Estados Unidos era la Ninja 1000R–, la Honda CBR1000F y casi al mismo tiempo, la Yamaha FZR1000. Monstruos con más de 120 CV, que sorprendía a propios y extraños que, en el caso de la Honda, se combinaban con una suavidad y una facilidad de manejo muy por encima de cualquier otra Superbike de la época.
La Honda CBR 1000 F Hurricane –CB por la familia de modelos CB, la R por racing y la f por Fairing, en referencia al carenado– era una sport touring en la que se habían volcado muchas expectativas. De hecho, se presentó a la prensa en Japón, en Suzuka, junto a la Honda CBR 600 F y a la Honda Transalp 600 V. No obstante, tenía una denominación con los ojos puestos en Estados Unidos, donde gustaban los nombres ingenioso. Por eso, el departamento de marketing propuso la designación de Hurricane, que tenía como tarea reemplazar la V4 Interceptor.

Se presentaron varios cambios con la CBR 1000 F. De entrada, el diseño del carenado, totalmente envolvente, de formas suaves y fluidas, muy aerodinámico tanto visual como efectivamente hablando. A esto le seguía el motor, que abandonaba la configuración V4 y adoptaba la de un tradicional cuatro cilindros en línea que tampoco escondía nada fuera de lo normal, no había innovaciones sorprendentes ni nada que supusiera una ruptura. Sin embargo, se convirtió en la referencia en muchos apartados. Por ejemplo, era un motor muy estrecho, muy compacto, con eje de equilibrado que giraba al doble de velocidad que el cigüeñal y además, hacía de elemento portante atornillado directamente al chasis en cinco puntos.
Eran 998 centímetros cúbicos y rendía 132 CV a 9.500 revoluciones, gracias entre otras cosas a una culata multiválvulas y con dos árboles de levas, a unas cotas supercuadradas –77 por 53,6 milímetros para diámetro y carrera respectivamente– y a cuatro carburadores Keihin de 38,5 milímetros. Motor montado en un chasis de acero, cuyas suspensiones eran interesantes en la época, con una horquilla con barras de 41 milímetros y el sistema Pro Link para la rueda trasera, fabricados por Showa en ambos casos.
La moto, en general, estaba muy bien diseñada, con una ergonomía que era la envidia de todas las rivales, un motor muy suave pero potente, acabados de primer nivel… Pero hubo quien se quejó de que su monta de ruedas –110/80 17 y 140/80 17– no era suficiente para gestionar los más de 130 CV del motor, aunque gracias a esas ruedas, la CBR 1000 F Hurricane era una de las 1.000 más ágiles del mercado.
Sin embargo, la moto no contó con la acogida que se esperaba. Por un lado, era cara –aunque solo hemos encontrado la afirmación de que era cara, pero nadie menciona la cuantía– y la economía estadounidense estaba algo deprimida. Las ventas no acompañaron y la Hurricane solo estuvo a la venta hasta 1989, cuando apareció otra Honda CBR 1000 F, pero sin la denominación Hurricante y con un diseño bastante cambiado.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS