Viéndola con ojos actuales, no deja de resultar sorprendente que la Husqvarna 175 Silverpilen sea una de las motocicletas más interesantes de cara a comprender la profesionalización del Motocross durante los años cincuenta. Es más, analizando información de época vemos cómo esto le era sorprendente incluso a los aficionados del momento. Sin embargo, todo tiene un sentido. Para empezar, lo cierto es que en su aspecto hay muy pocos elementos que nos anuncien el estar ante una montura campera. De hecho creemos que sólo hay uno: el tubo de escape elevado. Así las cosas, la verdad es que incluso el analista de clásicas con las entendederas más optimistas puede encontrarse perdido. ¿Qué sentido tiene todo esto?
Bueno, lo primero para salir de este entuerto sería analizar las monturas de competición con las que se corrían las pruebas de enduro de la época. Principalmente grandes y pesadas motocicletas con motores de 350 centímetros cúbicos y cuatro tiempos. Caras y difícilmente modificables incluso para los corredores con más pericia mecánica. Es decir, justo ese tipo de máquinas con las que resulta difícil democratizar el acceso a una determinada especialidad deportiva. Llegados a este punto, en 1955 aparece la Husqvarna 175 Silverpilen. Una motocicleta correcta pero con características sorprendentes, la cual se ofrecía como una alternativa fiable para el día a día. Día a día que, en Suecia, incluía algunas incursiones en el barro.
Llegados a este punto, la Husqvarna 175 Silverpilen se le fue de las manos a los responsables de la marca. ¿Por qué? Pues porque una cierta legión de jóvenes entusiastas del incipiente Motocross vieron en ella su opción perfecta para acudir a las carreras. Y es que, sí, era mucho menos potente y específica de lo deseable. Pero también era fácilmente trucable, desmontable, modificable y mejorable. Además, su precio no estaba nada mal. ¡Y encima era ligera! Es más, muy ligera. Con poco más de 70 kilos, podía compensar su falta de potencia frente a competidoras de mayor cilindrada y peso. Gracias a esto, el nombre de la casa sueca regresó de una forma imprevista a los circuitos. Eso sí, no a los trazados de asfalto que abandonase en 1935 sino a las pistas embarradas del Motocross.
En los años cincuenta muchas de las monturas con las que empezaba a consolidarse el mercado de las enduro derivaban con muy pocas modificaciones de modelos turismo. En España un caso muy paradigmático es el de la Montesa Cabra de 1957
Husqvarna 175 Silverpilen, de la calle al barro
Tras unas breves pinceladas al fin se entiende cómo la Husqvarna 175 Silverpilen fue tan esencial para el mundo de las camperas. Sin embargo, lo cierto es que esto no le debería sorprender demasiado a cualquier aficionado hispano. Especialmente si es un montesista. No en vano, en 1957 vio la luz la Cabra. Antesala de lo que sería cuatro años más tarde la Brio Cross. Ambas con personalidad propia claramente enfocada a los caminos y el barro, aunque al mismo tiempo derivadas de la popular turismo Brío.
Algo muy sintomático de aquellos lejanos años cincuenta, en los que deportes como el Motocross aún estaban en pañales, usándose por tanto motocicletas derivadas de las de carretera en vez de creaciones ideadas por y para el campo. Es más, en el caso de la Husqvarna 175 Silverpilen se creó toda una cultura de transformaciones en torno a ella. Con numerosos aspirantes a pilotos que a lo largo y ancho de Suecia se atrevían incluso a incorporar motores de cuatro de litro al ligero pero rígido bastidor de la Silverpilen.
Y es que, respecto a la potencia, el monocilíndrico con 175 centímetros cúbicos montado de fábrica arrojaba tan sólo unos 9,5 CV a través de su caja de marchas con tres velocidades. Uno de los puntos que más cambiaron aquellos jóvenes pilotos, quienes se aventuraban a meter una nueva con cuatro relaciones. Por cierto, uno de ellos era Rolf Tibblin. El vigoroso y enorme muchacho nórdico que acabó siendo tres veces campeón mundial de Motocross.
La ligereza marcó la diferencia fundamental junto con el buen precio y la facilidad para la transformación mecánica. Todo ello hizo de esta motocicleta una verdadera escuela para pilotos y mecánicos
Así las cosas, a Husqvarna se le apareció de una forma natural llegar a ser una marca referencial para lo más alto de las carreras embarradas. Todo ello a partir de aquel éxito imprevisto que fue la 175 Silverpilen. Y, por cierto, antes de acabar es digno señalar el modelo que la sustituyó. Fue la 250 Cross. Una motocicleta que, de forma general, bien podríamos definir como el llevar a la producción en serie muchas de aquellas modificaciones – incluyendo las de motor – que hicieron aquellos jóvenes entusiastas sobre sus Silverpilen. Sin duda, una preciosa historia de compenetración y sinergia entre la casa oficial y sus aficionados.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS