La Kawasaki Ninja 300 llegó con el objetivo de cubrir el hueco que dejaba la Ninja 250R, pero además, la firma nipona también pretendía que fuera una de las deportivas pequeñas más veloz de su categoría. Para ello, junto con un nuevo motor de 296 centímetros cúbicos, añadía algunos gadgets más propios de motos de mayor cilindrada.
Si de algo puede presumir Kawasaki, es de su talante claramente deportivo, o más bien, por el gusto que tienen en la marca por hacer motocicletas muy veloces. La historia les avala, pues no debemos olvidar algunas creaciones como las Kawasaki ZX10 Tomcat, la Kawasaki ZZR 1100 o la Kawasaki ZX-12R, por poner unos ejemplos relativamente modernos.
La Ninja 300 buscaba ofrecer ese aura, esa ansia por la velocidad, pero en la categoría más pequeña del mundo de las deportivas. Con ese objetivo, tomaron el motor de la Ninja 250R y lo remodelaron para hacer que fuera más potente. Se alargó la carrera de los pistones, se montaron pistones más ligeros –que obtenían una compresión más baja, optimizada, según se dijo, para mejorar la combustión y la eficiencia y la fiabilidad–, unas válvulas de mariposa doble y nuevos cilindros más ligeros.
Se lograban 39 CV a 11.000 revoluciones y 27 Nm a 10.000 revoluciones, con lo que se debía mover un conjunto de 172 kilos –174 kilos si era la versión con ABS–.
No obstante, los datos del motor se quedaban un poco en segundo plano cuando te paraban a ver otros detalles. Por ejemplo, el chasis, de tipo diamante, era de nuevo diseño y más ligero, completado por una horquilla con barras de 37 milímetros, una suspensión trasera de tipo Unitrack y nada menos que un embrague antirrebote.
Todo ello vestido, como no, al más puro estilo Kawasaki: frontal afilado con faros rasgados, colín muy compacto y elevado, plásticos de formas agresivas… casi un calco de las Ninja de mayor cubicaje.
Sin embargo, aunque era una moto deportiva, una Kawasaki, la Ninja 300 era una moto muy funcional y usable a diario, además de una gran escuela para los moteros que daban el salgo a motos grandes. Eso, al menos decía la revista Motociclismo cuando pudo probar la Kawasaki Ninja 300 allá por 2012.
Para colmo, era una moto que gastaba muy poco, que tenía un funcionamiento realmente suave y que otorgaba grandes sensaciones a su piloto cuando este decidía que era hora de exprimir las prestaciones de la moto al máximo.
Sin embargo, en esa misma prueba se afirmó que sus acabados eran simplemente correctos y que podrían haber añadido cosas como manetas regulables o una suspensión delantera con cierta capacidad de ajuste.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS