Hoy, posiblemente, muchos moteros no entienda en revuelo que formó la aparición de la Honda CBR 600 F, pero habrá otros que lo recuerdo con cierto cariño e incluso con cierta añoranza. Actualmente, cuesta un poco encontrar un modelo que sea tan influyente como lo fue la CBR, pero claro, los tiempos han cambiado mucho.
Sin embargo, aquel imparable dominio de la deportiva de Honda, provocó que todas las marcas rivales buscaran su propia CBR, por así decirlo, y ayudó a una auténtica locura que llegó poco después, con aquella lucha entre los fabricantes por tener la mejor Supersport –cuando las Supersport tenían motores de 600 centímetros cúbicos–. Y no se salvó nadie, porque incluso Kawasaki, que siempre ha presumido de tener las motos más potentes y rápidas, se vio atrapada por la vorágine.
La respuesta de “los verdes” se llamó Kawasaki ZX-6R Ninja y apareció por primera vez en 1995. Su puesta en escena supuso la llegada de una de las 600 deportivas más grandes de los 90, pues la base de partida para su creación fue su hermana mayor, la ZX-9R Ninja, que al montar un propulsor de 900 centímetros era, obligadamente, más grande. De hecho, ambas motos eran casi idénticas en cuanto a diseño y formas, algo que también ocurría, por ejemplo, con las Gixxer de 600 y 750 centímetros cúbicos.
Hubo quien no tardó en catalogar a la nueva Ninja 600 como la mejor Supersport del momento, aunque había cosas en las que cedía frente a la Honda –como la calidad de construcción o la fiabilidad–. No obstante, argumentos no le faltaban, pues era lo suficientemente rápida como para poner contra las cuerdas a todas sus iguales.
El motor de la Ninja 600 de mediados de los 90 era, como cabe esperar, un cuatro cilindros que rondaba los 600 centímetros cúbicos. Exactamente, eran 598 centímetros cúbicos, de los que Kawasaki afirmaba extraer 105 CV a 12.500 revoluciones gracias al novedoso RAM-Air. Algunos medios de la época, tras someter al modelo al banco de rodillos, pudieron constatar que a la rueda llegaban 93 CV, que tampoco estaban nada mal –era la Supersport más potente en aquel momento–, y le permitían alcanzar los 100 km/h desde parado en unos cuatro segundos. Vamos, como un buen deportivo con cuatro ruedas y al menos 400 CV.
Si la comparamos con cualquier deportiva actual, llama la atención la sencillez de las suspensiones, con una horquilla convencional acompañada de un basculante de tubo recto rectangular. No obstante, en aquellos años, los japoneses pecaban de suspensiones bastante simples, incluso escasas según el modelo y sus pretensiones. Aun así, eran regulables en precarga, compresión y extensión. La velocidad máxima anunciada por la marca era superior a los 240 km/h.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS