Moto del día: Maico Mobil

Moto del día: Maico Mobil

Un moto-scooter de diseño peculiar adelantado a su tiempo


Tiempo de lectura: 3 min.

El Maico Mobil es un vehículo de lo más peculiar que no esconde, ni por asomo, la época en la que nació. Se trata de un scooter de origen alemán desarrollado en la década de los 50, o mejor dicho, comercializado en la década de los 50 y desarrollado un poco antes, a finales de los 40, después de la Segunda Guerra Mundial. Una moto que, todavía hoy, sorprende por diseño y por soluciones, cosas que le otorgan una peculiar imagen que fue uno de los escollos para su éxito comercial.

Los scooter siempre han sido motos enfocadas, claramente, a un uso diario, versátil, cómodo; un vehículo que bien podría servir como único medio de transporte para casi cualquier persona. Sus características le otorgan unas cualidades muy interesantes y por ello, fueron de los primeros vehículos que comenzaron a desarrollarse tras la Segunda Guerra Mundial. Vehículos sencillos, baratos y usables en el día a día, que era lo que se necesitaba en aquel momento.

Sin embargo, las dificultades que se sufrían también servían como acicate para que unos cuantos visionarios se dejaran llevar y crearan cosas que, quizá, fueron muy adelantadas a su tiempo. El scooter se convirtió en un vehículo especialmente interesante, y sobre su base, aparecieron algunas ideas bastante coherentes, pero con una puesta en escena demasiado llamativa, como le ocurrió al Maico Mobil, un scooter alemán cuya carrocería resulta muy imponente, pero también demasiado extraña.

El frontal era muy grande, de formas curvas y un poco bulbosas, muy envolvente, para cubrir por completo al conductor y la rueda delantera. El centro de la moto presentaba una cubierta que ocultaba el motor y continuaba hacia una zona trasera donde, bajo el asiento del pasajero, se escondía una zona de carga, una especie de maletero pequeño al estilo de los scooter actuales. Todo ello fabricado con chapa de aluminio, algo especialmente caro en aquellos años y tan innovador como el propio diseño del scooter.

No obstante, llamarlo scooter es, quizá, un error. Como ocurría con la Vespa, el Maico Mobil tenía caja de cambios manual y, en las primeras versiones, se accionaba mediante el puño izquierdo. Era solo tres relaciones y se combinaba con un motor dos tiempos de 150 centímetros cúbicos y poco más de 6 CV –refrigeración por aire forzado–. Estas primeras unidades salieron de la fábrica en 1950 con un precio de más de 1.600 marcos alemanes, resultaban caros.

En 1953 se acometieron algunos cambios, como la adopción de un motor de 175 centímetros cúbicos, pasando en 1955 a poder cambiarse por otro de 200 centímetros cúbicos –era una versión opcional–. En ese mismo año, el cambio pasó a tener cuatro relaciones y a ser gestionado con el pie, como en cualquier moto. Sin embargo, nunca superó los 75-80 kilómetros/hora.

Como curiosidad, el Maico Mobil podía incorporar un radio, algo realmente innovador en aquella época. No había ninguna otra moto, de ninguna categoría, que ofreciera algo así. De todas formas, la producción no duró mucho. Es obvio que su diseño era el primer escollo, pero también tuvo que lidiar con una comunidad de usuarios que lo veían como un coche de dos ruedas; pesado, torpe y poco efectivo. La producción se detuvo en 1958.

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Sobre mí

Javi Martín

Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.

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Pablo Mayo

Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches, y ahora también las motos. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.

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