¿No os pasa, que cuando echáis un vistazo a cualquier moto de aquellas que se fabricaban en España, os entra algo de envidia? Como moteros, aquellos años 60 y 70, así como también un poco de los 80, debieron ser geniales, ¿no? Se contaba con una producción nacional de motocicletas más que interesante y para colmo, se llegó a tener algunos de los mejores modelos todoterreno. Lástima que, como ocurrió con otras industrias, la llegada de los japoneses les hizo bastante daño.
Uno de los mejores modelos de campo fue, sin lugar a dudas, la Montesa Cappra, una saga de motocicletas todoterreno, que se hicieron un hueco en el mercado local y también en el internacional. Por entonces, los japoneses no contaban con productos tan potentes y redondos como los actuales, de hecho, la imagen de las marcas niponas era similar a la que tienen los fabricantes chinos. Es evidente que no aprendemos o, directamente, creemos que vamos a salir airosos, ¿no?
El caso es que Montesa, con sus Cappra, se ganó el respeto de todos sus rivales, a pesar de que nadie llegó a ganar un campeonato del mundo con ella. El palmarés de la Cappra, eso sí, contaba con una larga lista de campeonatos nacionales e internacionales de diferente índole. No en balde, Montesa, al igual que, por ejemplo, Bultaco, fue capaz de ofrecer una completísima gama off road, desarrollada desde que el Motocross comenzó a hacerse popular en España.
La Montesa Cappra representa el ocaso de las marcas españolas y del gran papel de “nuestras” firmas en el todoterreno
La primera Montesa Cappra apareció en 1967 y llegó para ocupar el hueco que dejaba en el mercado la Montesa La Cross 66 y que, además, estuvo en el mercado hasta comienzos de los 80, cuando se lanzó la última serie, la Montesa Cappra VG, que se lanzó al mercado en 250 y 414 centímetros cúbicos y que serían las últimas motos de cross de la fábrica de Esplugues de Llobregat. De hecho, la temporada de 1980 ya vio como el equipo oficial Bultaco decía adiós al campeonato por problemas económicos, situación de la que se aprovechó Montesa, que todavía se podía permitir el equipo oficial de competición.
Fue durante la celebración del salón de Colonia de 1980 cuando se presentó oficialmente la Montesa Cappra VG. Contaba con un diseño que la hacía moderna, con un deposito tipo joroba, horquilla Marzocchi con barras de 38 milímetros y amortiguadores traseros Betor GT, que se combinaban con un basculante 20 milímetros más largo que su antecesora, fabricado con tubo de acero de sección rectangular. También montaba una caja de filtro más estanca y un manillar sobre silentblocks.
El motor era nuevo, con tecnología que Montesa había desarrollado en las carreras, tanto nacionales como internacionales. Con 246,3 centímetros cúbicos –diámetro de pistón de 70 milímetros y carrera de 64 milímetros–, cuyo cilindro tiene cinco transfers –es un “dos tiempos”– y la alimentación corre a cargo de un carburador Bing de 38 milímetros y un encendido electrónico Motoplat. Rendía 40 CV a 7.000 revoluciones, que se gestionaban mediante un cambio de cinco relaciones.
Fue una moto con éxito –la firma ganó los campeonatos nacionales de 250 y 500–, pero Montesa ya estaba en problemas de dinero y no pudo mantener el ritmo.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.Día que le metía un poco de caña, día que dormía en taller. No se cuantas veces la gripe, pero me harte de llevarla al taller gripada.