Si hay dos marcas cuya historia corra pareja en el motociclismo español, ésas son Montesa y Bultaco. No en vano, la segunda da salió de la primera. Concretamente cuando, a finales de los cincuenta, Xavier Bultó no pudo sobrellevar más las diferencias con su socio Pere Permanyer. Convencido sobre la necesidad de dejar a un lado la competición mientras, desde el lanzamiento del SEAT 600 en 1957, el mundo de las motocicletas turismo se desplomaba a nivel comercial. Tras aquello, curiosamente los planteamiento básicos de Montesa y Bultaco no fueron demasiado diferentes.
Es más, entre sus principales modelos se pueden advertir claras similitudes. Especialmente cuando hablamos de los Off-Road. Aquellos que, desde mediados de los años sesenta, hicieron crecer de forma espectacular a ambas marcas en el mercado estadounidense. No obstante, el exitoso desembarco de los fabricantes japoneses en occidente rompió aquella excelente racha comercial para comienzos de los años setenta. Además, aquella década se cernía con peligros económicos sobre las marcas españolas. Cada vez más cercadas por el capital internacional según las medidas proteccionistas iban relajándose en nombre de la previsible entrada a la Comunidad Económica Europea.
Así las cosas, a mediados de los setenta tanto Bultaco como Montesa vivieron un curioso proceso caracterizado por la vuelta a sus esencias. Es decir, a la creación de modelos de asfalto con un cierto toque deportivo capaces de venderse muy bien en el uso diario. De hecho, en 1977 vio la luz la Bultaco Streaker con motores de dos tiempos y 74 o 125 centímetros cúbicos. Sin duda, uno de los diseños más emblemáticos de la casa catalana y, además, una verdadera reivindicación del disfrute deportivo en cilindradas escuetas. Es más, quienes seáis lectores habituales de esta sección ya habréis visto cómo la hemos comparado, en génesis y concepto, con las Derbi GS de mediados de los años sesenta.
Tras la entrada de los fabricantes japoneses en el mercado americano, tanto Montesa como Bultaco dejaron de experimentar aquel éxito comercial de sus Off-Road
Montesa Crono 125, la respuesta de Montesa
Nada más lanzarse al mercado, la Streaker se convirtió en un verdadero éxito. Es más, aunque Bultaco estaba pasando por unos momentos realmente delicados, la sola presentación de aquel diseño daba nuevos aires cargados de optimismo a los seguidores de la misma. Llegados a este punto, la reacción de Montesa no se hizo esperar. De esta manera, en 1978, tan sólo un año después de aparecer la Streaker lanzó la Crono.
Montada sobre un bastidor de cuna simple – que llegaría a ser doble en el caso de la potente Crono 350 – esta motocicleta de carretera equipó desde el comienzo llantas de aleación y, desde 1981, frenos de disco. Además, su aspecto resultaba verdaderamente deportivo. De hecho, hubo voces que la asemejaban a la Ducati-Mototrans Vento debido al conjunto depósito-sillín integrado en una única pieza capaz de dar al conjunto una línea verdaderamente fluida y atractiva.
Respecto al motor, aunque en países como Italia ya se venía apostando por las pluricilíndricas desde hacía tiempo, la Montesa Crono se mantuvo fiel a la tan nacional y sempiterna configuración basada en un único cilindro con ciclo de dos tiempos. Además, se presentó tanto en 75 como en 125 centímetros cúbicos. Es decir, exactamente igual que la Streaker, destinándose con especial fuerza al pugante mercado joven de la época. De hecho, al igual que Bultaco con la Copa Streaker, Montesa también organizó un trofeo monomodelo de promoción llamado Copa Crono.
La opción de 125 centímetros cúbicos se situó entre la de 75 y la mucho más potente de 350, ya en un segmento claramente más prestacional que, de hecho, requería de un nuevo chasis
Respecto a las cualidades ofrecidas por su mecánica, la Montesa Crono 125 entregaba 22 CV a 9.500 revoluciones por minuto alimentados por un carburador Bing con 28 milímetros. Todo ello con un cambio de seis velocidades y un peso de 82 kilos. Desgraciadamente, el declive de la marca hizo que su producción cesase coincidiendo con el breve paso por el catálogo de la versión con 350 centímetros cúbicos. Junto con la Impala 2, una de las últimas protagonistas de Montesa antes de caer definitivamente en las manos de Honda.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS