El panorama de la posguerra europea fue realmente complejo. No sólo en materia de empobrecimiento de la población, sino también al hablar sobre cómo reconstruir un entramado económico complejo con gran parte de la infraestructura industrial seriamente dañada. Así las cosas, el sector automotriz hubo de amoldarse a las estrecheces del momento, primando las monturas escuetas con motores de baja cilindrada por encima de todo. Un contexto donde los ciclomotores – entendidos tal y como se entendieron hasta el decreto 764/1961 – jugaron un papel absolutamente primordial en la motorización de las masas.
De hecho, algunos de aquellos modelos vivieron éxitos compartidos en no pocos países. Un caso que ilustra a la perfección el Motoleggera 65. Más conocido como el “ Guzzino “ y que, desde 1946, representó todo un prodigio de ventas primero en Italia y, poco después, en toda Europa. Es más, gracias a la sencillez de su robusto monocilíndrico de dos tiempos, este ciclomotor incluso interpretó alguna que otra hazaña. Algo que, por otra parte, estaba muy de moda entre los fabricantes populares de la época. Especialmente enfocados a usar como parte de su estrategia publicitaria el éxito cosechado en pruebas de fiabilidad o récords de velocidad por sus creaciones.
Muestra de ello es todo lo relacionado con la competencia entre las diseños Siluro de Lambretta y Vespa. Situados en una constante espiral competitiva. No obstante, regresando a Moto Guzzi lo cierto es que, además, su “ Guzzino “ siempre mostró un más que contenido precio de venta. De tal manera, reunía las cualidades perfectas para ser el aliado en movilidad de las clases populares. Un hecho que, lógicamente, también trajo producción a la empobrecida España de las cartillas de racionamiento. Todo ello gracias a Óscar Ravá. Exiliado de Italia antes de la Segunda Guerra Mundial debido a su condición de judío y, afortunadamente, instalado de una forma segura en Barcelona.
Óscr Ravá logró rehacer su vida en España tras tener que salir de Italia debido a las reyes raciales aplicadas al hilo de la alianza con la Alemania Nazi
Moto Guzzi Hispania 73, un paso más allá del ciclomotor más sencillo
Recién llegado a España, Óscar Ravá se dedicó a la importación de modelos Lancia debido a que, precisamente, ésta era la última empresa en la que había trabajado en Italia. No obstante, durante los años cuarenta el sector automovilístico de cierta gama no era precisamente un sector comercial alza. De esta manera, su empresa Motorhispania fue evolucionando de una forma natural a la reparación.
Actividad con la cual sobrevivió hasta la finalización de la Segunda Guerra Mundial, cuando ya por fin pudo firmar con la central italiana de Moto Guzzi una licencia de fabricación de sus modelos en España. Y vaya, sin duda fue una excelente idea pues, no en vano, el “ Guzzino “ se ajustaba perfectamente al mercado ibérico con sus 11.900 pesetas como precio de venta. Además, este montante se podía financiar a plazos en el propio concesionario.
La misma estrategia exitosa que, en 1957, SEAT utilizara para difundir con mayor facilidad las ventas del 600. No obstante, a pesar de lo ajustado del presupuesto de los españoles algunos sí podían permitirse modelos un poco por encima del escueto 65. Muy efectivo en el sufrido día a día aunque, a decir verdad, también fácilmente superado en sus esfuerzos por no pocas de las empinadas rampas con las que se jalonan las carreteras españolas. Algo que, de hecho, trajo de cabeza a no pocos velomotores y ciclomotores de origen francés como los primeros Mobylette.
Más allá de las diferencias en el motor, el chasis de este modelo también resultaba más elaborado que el usado en el popular 65, fabricado hasta 1963 con decenas de miles de unidades vendidas
Diseñados para un país eminentemente plano como Francia y que, al fabricarse bajo licencia en España encontraron situaciones para las cuales no estaban preparados. Con todo ello, la aparición del Moto Guzzi Hispania 73 apareció como algo completamente lógico dentro de la gama de la casa barcelonesa. Y es que, gracias a este modelo, se podía contar con una variante del “ Guzzino “ algo más potente. Hecho que, por otra parte, también se veía en su equipamiento. Con un chasis más rígido y evolucionado. Es más, en la segunda serie las suspensiones evolucionaron notablemente, marcando claras distancias con los velomotores. En fin, sólo uno de los atractivos presentes en el Moto Guzzi Hispania 73, también conocido como “ Cardellino “.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS